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Ignacio Villa

Rubalcaba enreda de nuevo

Llevaba tiempo desaparecido. Llevaba tiempo en la oscuridad, después de decisiones poco afortunadas. Primero fue la estrepitosa derrota del pasado mes de marzo, una derrota de la que él fue uno de los principales estrategas. Luego llegó el Congreso Federal del PSOE, en el que apostó por Bono y se quedó con Zapatero en una nueva lección de cambiar de barco en el último momento.

Ahora intenta convertirse en el interlocutor del felipismo con la nueva dirección del PSOE, conservando un puesto en el equipo del partido que mantiene contactos con el ministerio del Interior. Además, ha escogido un escaño estratégico en el Congreso. No se olvida de que la liturgia en política también tiene su importancia.

Con este equipaje, Rubalcaba vuelve al ataque con las indicaciones de González. No soportan que Zapatero asuma papeles institucionales como líder de la oposición. No soportan que Zapatero hable de lealtad al Gobierno. No soportan el nuevo estilo de Zapatero, en el que no se reconoce de forma explícita y continua el valor del felipismo.

Por todo esto, si tenemos que buscar al ideólogo de la última y ridícula polémica sobre el reciente acto de reconocimiento civil a las víctimas del terrorismo, no tenemos pérdida. Rubalcaba, con la siempre inestimable ayuda de PRISA, ha calentado el ambiente, ha trasmitido que en el grupo socialista hay malestar y que el Gobierno ha actuado de forma poco ortodoxa.

Todo son quejas, críticas, sugerencias, pero (como siempre) sin nombres y apellidos. Trabajos sucios de los políticos de otra época, que nada tiene que ver con el acto del pasado miércoles en el Congreso. Son los viejos estilos del PSOE, las viejas maneras felipistas.

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