La plena sintonía, de la que dicen gozar José Luis Rodríguez Zapatero y Javier Solana, ha quedado en evidencia pocas horas después de la intervención del secretario general del PSOE ante el pleno del Congreso de los Diputados. Solana, de quién nadie olvida su cargo al frente de la Secretaría general de la OTAN, ha calificado de sólidas las pruebas presentadas por el secretario de Estado Collin Powell ante Naciones Unidas.
Una reacción, justo el día después de la presentación de esas pruebas, que desactiva el posicionamiento de Zapatero en el Parlamento. Poco tiene que ver lo afirmado por el lider socialista el miércoles, y lo dicho por Mister PESC pocas horas después. Estas declaraciones de Javier Solana están teñidas de una cierta prudencia, en un momento en el que es previsible que algunos países europeos, como Francia, vayan poco a poco trasmutando su posición sobre la crisis. En cambio, la tozudez con que Rodríguez Zapatero ha manifestado que no puede haber intervención militar, aunque haya una nueva resolución del Consejo de Seguridad, hace que políticamente se haya atado de pies y manos, posicionándose más cerca de la política de pancarta y de pegatina que de la dirección de un partido que pretende gobernar España.
Zapatero ha cometido una imprudencia estratégica, además de otros errores de contenido y de fondo.Y se ha embarcado en una camino de política asamblearia en la crisis de Irak, que le acerca a Izquierda Unida y a sus trasnochadas actitudes. Zapatero dice estar aconsejado por Solana. Es difícil creérselo cuando escuchamos a Javier Solana moverse en un terreno movedizo sin posiciones concretas y dejando todas la puertas abiertas. Poco tienen que ver las duras criticas de Zapatero a la guerra preventiva con las declaraciones de Solana catalogando las pruebas mostradas por Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de creíbles y "sólidas". Tenemos que hacer verdaderos esfuerzos para creer que esa buena sintonía existe en la realidad. Y si no, que alguien nos explique las razones del enfado, que no ocultaba por los pasillos del Congreso, Manuel Marín con Javier Solana, a pesar de la buena amistad que les une de sus tiempos de Bruselas.
Lo que queda meridianamente claro es que la conexión Zapatero-Solana, con Marín como puente, tiene importantes cortocircuitos. Una avería seria y peligrosa, y más cuando se entra en una dinámica demagógica y electoralista. Zapatero se ha metido en un jardín complicado, sin marcha atrás y con la inexplicable compañía de Llamazares. Y con esa perspectiva, Solana a la primera de cambio le ha dejado en la estacada.
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