En el Gobierno y en el PP reconocen ya sin pudor una realidad: "No sabemos explicar nuestra posición en la crisis de Irak. No sabemos transmitir la actitud del Gobierno". Un "mea culpa" que se ha visto traducido en una recomposición a marchas forzadas de la política informativa del Ejecutivo. En el reciente viaje de Aznar a México y a Estados Unidos hemos tenido el primer ejemplo de este nuevo talante. Un nuevo estilo que no sabemos si será definitivo, pero que se ha escenificado "bajando a la arena". Haciendo de tripas corazón, y tragando más de un sapo y de una culebra en Moncloa se han dado cuenta de que a la prensa hay que "trabajarla" y que no es suficiente con una "carantoña". Y, desde luego, nunca es tarde, si la dicha es buena. En estos viajes por medio mundo, el entorno del presidente ha tenido tiempo para darse cuenta de la hostilidad con que en muchas ocasiones la prensa respectiva trata a los propios Jefes de Gobierno. La dureza de la prensa con el político no supone mala intención, ni movimientos subterráneos. El político y el periodista tienen cada cual su trabajo y su territorio; y el compadreo suele terminar como el "rosario de la aurora".
En todo caso, una correcta política informativa basada en el trabajo, en una información abundante y en el respeto al trabajo de la prensa es tener ya media batalla ganada. Y aunque algunos han tardado mucho tiempo en darse cuenta de ello, parece que comienzan a reaccionar en la buena dirección. Ahora esta reacción debería ir acompañada de constancia y de trabajo.
También es cierto, todo hay que decirlo, que esta reacción ha venido marcada por el susto provocado por las encuestas. Desde la dirección del PP se ha reconocido que los estudios sobre la intención de voto no pasan el mejor de sus momentos, y desde el Gobierno se acepta que la reciente visita al rancho de Bush puede significar también un serio e inmediato deterioro electoral. Incluso desde el PP hay quien se queja de la poca y defectuosa información interna sobre la estrategia del Gobierno en la crisis iraquí.
En fin, que con el Prestige todavía a vuelta de calendario, con una larga trayectoria de políticas informativas defectuosas, y cuando queda poco más de un año para que se acabe la "era Aznar", han caído en la cuenta de que la única formula válida para comunicar bien tiene tres ingredientes: "pisar tierra", no ver enemigos en cada esquina y responder a las críticas con información y con trabajo. Y es que este Gobierno, al paso que va, está a punto de terminar la legislatura enfrentado a todos los medios informativos. Aunque, desde luego, será una buena noticia poder confirmar en el tiempo este cambio de actitud. ¡Esperemos que sea para bien!
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