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Ignacio Villa

Un calendario sin casualidades

Llevábamos semanas esperando la decisión final de José María Aznar. Al final, el Debate tendrá lugar los días 15 y 16 de julio. Será muy tardío, pero en ningún caso se pueden atribuir estas fechas a la casualidad, pues marcan ya de forma irremediable el calendario final del curso político. Nadie se esperaba, ni siquiera entre las filas populares, que fuese a celebrarse a mediados de julio, pero, con el calendario marcado, Aznar evita dejar pistas sobre la posible crisis de Gobierno que se anunciaba para antes de las vacaciones de verano. Para unos, todo indica que no habrá crisis; otros, la mayoría, apuestan por la crisis en el mes de julio.

Desde el Gobierno se asegura que el presidente no puede demorar más los cambios en el Gabinete, donde hay varios ministerios que, desde hace semanas, pusieron sus velas al pairo, o quizá aún peor, marchan a la deriva. Así, por el momento se puede mantener la teoría de que la posible crisis del Gobierno tenga lugar en el mes de julio. El que sea antes o después del Debate estará en función de la importancia que el presidente quiera dar a su comparecencia en el Congreso.

Asimismo, el calendario puede tener una doble explicación estratégica. El presidente Aznar pretende que el Debate no se vea contaminado, en ningún caso, por la posible huelga general, de carácter político, que van a convocar los sindicatos para finales de junio. Al tiempo, es posible que Aznar tenga la intención de anunciar durante el Debate su deseo de firmar inmediatamente la petición para ilegalizar a Batasuna. Con respecto a este segundo dato, cabe señalar que los trámites parlamentarios de la reforma de la Ley de partidos políticos terminará el 26 de junio. Así pues, para mediados de julio estará todo preparado para su puesta en marcha.

Por último, además de estas posibles lecturas sobre las razones del calendario marcado, ha de añadirse que el presidente Aznar llega sobrado al Debate. Tiene en su haber una larga lista de iniciativas puestas en marcha y una presidencia de la Unión Europea a sus espaldas, la cual, aunque tenga muchas y variadas lagunas, siempre es un buen recurso argumental en el Parlamento.

Pero el Debate, más que un examen para Aznar, será por encima de todo una prueba muy seria para Rodríguez Zapatero. A un año de las elecciones municipales, el líder de la oposición se ha mostrado incapaz de articular un discurso coherente. Así, a mediados de julio no se medirá la capacidad política de Aznar, que ya está en la recta final de su mandato, sino que el Debate será un termómetro exigente con un Rodríguez Zapatero que no ha despegado. Y parece que está muy lejos de hacerlo.

Llevamos seis años viéndolo: Aznar no da puntada sin hilo. Si el presidente ha escogido estas fechas es porque tiene perfectamente organizado en su "cuaderno azul" el calendario político de los próximos meses. Como casi siempre, nos encontramos ante un puzzle del que, por el momento, sólo tenemos una pieza. Poco a poco iremos conociendo el resto.

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