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Ignacio Villa

Un Gobierno que ha perdido los papeles

El proceso de regularización iniciado por este ejecutivo ha logrado convertir a España en la gran puerta europea de la inmigración ilegal.

El ministro Caldera recorrió las plazas de media España hablando de las maravillas de la legalización a granel del Gobierno Zapatero. El ministro Moratinos lleva anunciando medidas y negociaciones con los países afectados desde hace meses. El ministro Rubalcaba parece tan incapaz como Alonso para frenar las oleadas de inmigrantes ilegales; eficaz como es para tramar en la sombra, no parece que hallar soluciones a los verdaderos problemas. ¿Dónde se esconden todos ellos, ahora que la realidad ha hecho trizas su demagogia? ¿Y dónde esta la vicepresidenta De la Vega a la que ya nadie cree tras tantos anuncios de medidas inmediatas que luego jamás se ejecutan?

Ante un problema de tanta importancia, el Gobierno permanece eternamente reunido, pero es incapaz de solucionar absolutamente nada. Cuando hay un problema, este ejecutivo opta por convocar una reunión de urgencia en Moncloa, largos cónclaves cuyo final es el anuncio de una larga batería de medidas algunas repetidas, otras intrascendentes y muchas inútiles. La inmigración ilegal no se resuelve con reuniones que no llevan a ninguna parte. La situación que se vive en Canarias y en ciudades españolas como Ceuta y Melilla se debe a una política inexplicable del Gobierno Zapatero.

El proceso de regularización iniciado por este ejecutivo ha logrado convertir a España en la gran puerta europea de la inmigración ilegal. Gracias a este Gobierno, irresponsable hasta el límite, España es un paraíso para quienes no respetan nuestras leyes de inmigración, los llamados "sin papeles", lo que ha convertido algo que ya era un problema por méritos propios –y que, por lo tanto, necesitaba de una gestión política apropiada– en un caos absoluto.

Es momento de que el Gobierno reconozca sus muchos errores y rectifique esta política de inmigración desastrosa. No basta con operaciones mediáticas; esas será mejor dejárselas exclusivamente a Moraleda, que parece dispuesto a estrellarse contra todos los muros posibles. Este Gobierno, encantado como está con sus medios de intoxicación de la opinión pública, no tiene en cambio habilidad para gobernar. Sin capacidad de reacción y sin medios para afrontar los problemas, hace ya muchos meses que han perdido los papeles. Las reuniones de urgencia ya no cuelan; son burdas excusas para naufragar en la más lamentable inacción. Este Gobierno no responde a los problemas, y lo más preocupante es que no parece saber cómo hacerlo.

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