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Ignacio Villa

Un nacionalismo infantil

La propuesta realizada por Artur Mas, detrás de una intencionalidad política muy clara en vísperas de elecciones autonómicas en Cataluña, evidencia la realidad en la que vive inmerso el nacionalismo catalán. A nadie se le oculta que posiblemente viven la situación más complicada desde la vuelta de la democracia.

Artur Mas ha vuelto a utilizar, no es la primera vez, un argumento pobre y vacio de contenidos. Dice, de forma solemne, que los nacionalistas catalanes han llegado al límite de su paciencia y que por lo tanto "necesitan" un nuevo Estatuto. ¿A que paciencia se refiere el señor Mas? ¿Es que se ha cansado de la convivencia en paz y democrática? ¿Es que ya no le parece bien que Cataluña sea le región española con un mayor desarrollo económico de estos últimos años? Posiblemente todo es más fácil de lo que parece: Convergencia se encuentra ante el final de una etapa de más de veinte años de Gobierno hegemónico, por lo que han emprendido una huida hacia ninguna parte buscando un nuevo lugar en el panorama político catalán.

Es verdad que la propuesta de Mas nada tiene que ver con la iniciativa soberanista de Ibarretxe. Es cierto que se entiende que el planteamiento catalán se realiza dentro de la Constitución y con el consenso como único instrumento político. Pero la clave de lo propuesto va más allá. Cuando se habla del final de una etapa, se entiende como el entierro de la época conocida como "pujolista". En principio, la desaparición de Jordi Pujol del panorama político debería significar también un cambio en la forma de hacer política. La retirada de Pujol se debería traducir en la desaparición de la "reivindicación" como un estilo de política.

Pero no parece que los convergentes estén dispuestos a realizar ese cambio. Las propuestas de Artur Mas nos vuelven a demostrar que Convergencia i Unió sólo sabe pedir y pedir, sólo sabe "llorar" y "llorar", sólo sabe "patalear" y "patalear". Los nacionalistas catalanes han articulado desde siempre en la reivindicación su estrategia política, olvidando que un Gobierno debe gestionar una mayoría parlamentaria. No se trata de mirar hacia Madrid evitando la propia responsabilidad. Deben mirarse a sí mismos y examinarse en sus formas y en sus modos políticos. Deberían entender de una vez por todas, que es hora de cambiar un estilo reivindicativo antiguo y caduco. Los nacionalistas catalanes perseveran en una estrategia que tiene como único objetivo su propia supervivencia, dejando en segundo lugar los intereses de la sociedad catalana.

Por último, de la propuesta realizada por Artur Más se desprende una preocupante intuición. La época posterior al "pujolismo" se puede convertir en un momento complicado para la política catalana. Artur Mas ofrece una imagen sin dirección definida, con miedo a la responsabilidad y dispuesto a llamar la atención por lo accesorio. La propuesta de Artur Mas,que tiene un aspecto ciertamente infantil por su falta de contenido, tiene mucho de nada. Y ese es el problema de esta política reivindicativa a la que están abonados los nacionalistas catalanes. Al final: ¿Que hay en los cimientos? Pues sinceremente, no hay nada de nada.

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