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Ignacio Villa

Una dimisión de risa

La decisión de Pascual Maragall de aceptar la dimisión de Carod Rovira como
conseller en cap del Gobierno catalán es un simple maquillaje político. Maragall ha cesado al líder independentista, pero lo mantiene en el Gobierno, por lo que se hace cómplice, por la vía de los hechos, de las conversaciones de Carod Rovira con los terroristas etarras. No sólo eso, la actitud pusilánime de Maragall a la hora de cerrar la crisis deja a Rodríguez Zapatero a los pies de los caballos. La forma con que se ha intentado dar carpetazo a esta grave situación se encuentra entre la ficción, el choteo, la burla y el desprecio. No hay por dónde cogerlo.
 
Para empezar, Pascual Maragall queda como un papanatas. Incapaz de poner orden en su casa, además de no enterarse de lo que hace el número de uno de su Gobierno, no se ha atrevido a poner las cosas claras. Destituye a Carod –muchos piensan que temporalmente–, pero le mantiene en su Ejecutivo para aguantar en el poder. Además, no contento con ese ridículo, ha tenido que escuchar de su colaborador que la única "izquierda catalana" independiente de Madrid es Esquerra Republicana. Y por si esto no fuera suficiente, Maragall tiene que aguantar el pulso planteado por Carod Rovira de presentarse como cabeza de lista a la generales, una decisión que plantea en Cataluña estos comicios como un refrendo a su persona.
 
Por su parte, Carod Rovira ha vuelto a demostrar lo que es: un auténtico peligro, un kamikaze de la política. Lejos de reconocer que lo que ha hecho no es de recibo en una sociedad democrática que se rige por las normas del Estado de Derecho, este señor saca pecho. Carod, además de insultar a sus compañeros de gobierno socialista, ha arremetido contra el Partido Popular al más puro estilo fascista. El líder independentista catalán se ha olvidado de que el PP es la formación con más apoyo electoral en estos momentos; y que esas maneras dictatoriales no son de recibo para nadie. Dice que el PP quiere el pensamiento único. Carod defiende ideas que entran en contradicción con la normalidad de una democracia plural y estable. Él es quien se ha sentado a escondidas a hablar con los terroristas, sin ninguna legitimidad. No puede dar lecciones a nadie.
 
¿Cómo queda el secretario general del PSOE? Su actitud inspira compasión, su situación es la de un sonámbulo y su futuro anda cerca de la nada. Zapatero sale de esta crisis "políticamente muerto". Carod Rovira ha dimitido, pero continúa en el Gobierno. Zapatero ha vuelto a hacer el ridículo. Maragall ha dejado en evidencia su debilidad. Carod Rovira ha demostrado que sigue manejando los hilos de la política catalana con chulería y desvergüenza, con el consentimiento de Maragall y Zapatero.

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