Menú
Ignacio Villa

Una oposición que no es oposición

Parece que esa fuera la única forma de responder a Aguirre. Primero Rajoy le enseña dónde está la puerta y ahora Fraga le dice que se calle. Desde luego, peores modos no se pueden tener.

Ya no sólo se trata de una crisis interna de partido; el problema es que la oposición está desaparecida. Hasta tal punto ha llegado la cosa que el Gobierno se ha permitido el lujo de reclamar al Partido Popular que ponga orden en sus filas "por el bien de España". Un auténtico requiebro de un Gobierno que se siente cada vez más fuerte y que observa, entre atónito y entusiasta, cómo se descompone una oposición cada vez más perdida.

Lo cierto es que el aparato de la calle Génova está volcado exclusivamente en el Congreso del mes de junio, en reforzar artificialmente el liderazgo de Rajoy y en atacar a todas horas a Esperanza Aguirre. El último en irrumpir en escena ha sido Manuel Fraga que, sacando ese carácter dictatorial que nunca ha disimulado, ha mandado callar a la presidenta madrileña. Parece que esa fuera la única forma de responder a Aguirre. Primero Rajoy le enseña dónde está la puerta y ahora Fraga le dice que se calle. Desde luego, peores modos no se pueden tener.

Por si todo esto fuera poco, ahí tenemos a la portavoz en el Congreso, Soraya Saénz de Santamaría, que cada cosa que dice la tiene que rectificar inmediatamente. Este martes le ha tocado hacerlo con Esperanza Aguirre: primero le reta empleando un símil del mus y luego se ve obligada a matizar lo dicho. Ya sabíamos de su inexperiencia y conocíamos su capacidad para el pasteleo, pero no era pública su falta de prudencia.

Se ve que con tantos dimes y diretes no tienen tiempo para la oposición. El grupo parlamentario está manga por hombro. Los portavoces no ejercen como tales, nadie fiscaliza la acción de Gobierno, no salen a la plaza pública a criticar al Ejecutivo y se muestran incapaces de defender con claridad los valores y principios de siempre. Ese es el gran drama del Partido Popular. Estamos descubriendo que es un partido de políticos acomodados, con sueldo fijo, sin ilusión por ganar y más preocupados de sus intereses personales que de defender a los más de diez millones de votantes.

El Partido Popular no está haciendo oposición. Carecen de rumbo, han perdido el norte. Se dibuja así un horizonte inmediato muy poco halagüeño. Lo que está por venir es, desgraciadamente, peor aún que lo que estamos contemplando estos días.

En España

    0
    comentarios