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Ignacio Villa

Zapatero impone la ley del silencio

Cuando el oyente Zapatero, acostumbrado a pasar de puntillas sobre los grandes problemas nacionales, ha tenido que decir a sus compañeros de partido que él mismo va a liderar el proceso de reformas es que la trifulca es importante en el fondo y fuerte en

¡Qué mentirosillo ha vuelto Pepín Blanco de las vacaciones! Después de una turbulenta Ejecutiva del Partido Socialista -llena de interrogantes, repleta de puntos negros y oculta tras una evidente ley del silencio- pretende que nos creamos que el Partido Socialista es un jardín de prados verdes, florecillas multicolores y tranquilidad total. Blanco dice que en el PSOE no pasa nada, cuando las declaraciones -incluidas las del propio Pepín- se suceden permanentemente criticando la actitud de los socialistas catalanes con la reforma del Estatuto.

Lo siento mucho, pero nadie se puede creer que el presidente extremeño Rodríguez Ibarra a las nueve de la mañana, en la "radio amiga", diga que Pascual Maragall es un caprichoso y que dos horas más tarde en la Ejecutiva Federal no abra la boca. ¿Alguién se puede creer las trolas del gallego Blanco? No es posible. Cuando el oyente Zapatero, acostumbrado a pasar de puntillas sobre los grandes problemas nacionales, ha tenido que decir a sus compañeros de partido que él mismo va a liderar el proceso de reformas es que la trifulca es importante en el fondo y fuerte en las formas.

Es evidente que desde este momento el reloj de la cuenta atrás comienza para el presidente Zapatero. El Gobierno sabe que tiene necesidad de unos apoyos parlamentarios que por el momento pasan por los republicanos catalanes; y por lo tanto no se olvida de que cualquier "espantada" de los "chicos de Carod" significa que se queda sin mayoría en el Congreso. Por todo esto, no es casualidad que el Partido Socialista inicie una ronda de contactos con una amplía mayoría del arco parlamentario -incluido el PNV y excluido el PP- para hablar de la situación política. Un anuncio que tiene una sola lectura: los socialistas son conscientes de estar en la frontera de la estabilidad parlamentaria y, por lo tanto, empiezan a contemplar un cambio de apoyos políticos.

En fin, la realidad es que, a 31 de agosto, Zapatero -aunque le pese- ha tenido que asumir el mando en plaza y es que la situación es muy complicada. Es complicada por las hipotecas, por los errores, por las negligencias y por las ambigüedades; y por lo tanto en el PSOE no ocultan la dificultad del futuro inmediato. Zapatero ha impuesto el silencio a cambio de solucionar el problema. Ya veremos por cuanto tiempo. La realidad es que ya nadie pone cara de asombro cuando se sugiere un adelanto de elecciones generales. Por algo será.

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