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Ignacio Villa

Zapatero tropieza con Madrid

pesar de todos los obstáculos posibles y previsibles que desde el Ejecutivo central se articulan contra el Gobierno Autonómico, las cosas siguen su marcha. El grifo se ha cerrado, pero el estanque no se ha secado

Es evidente que la Comunidad de Madrid se ha convertido en la peor de las chinas de Zapatero. Son muchos los motivos por los que esta Comunidad Autónoma resulta molesta al presidente del Gobierno. Pero quizá destaca una: Madrid funciona sin Zapatero. A pesar de todos los obstáculos posibles y previsibles que desde el Ejecutivo central se articulan contra el Gobierno Autonómico, las cosas siguen su marcha. El grifo se ha cerrado, pero el estanque no se ha secado.
 
Es cierto que en este caso no es una cuestión de simple gestión; es especialmente un asunto de principios. Cuando desde Moncloa se intenta dilapidar todo el bagaje político de las dos últimas legislaturas, se busca desmontar los referentes históricos de la sociedad española y se articula un discurso oficial de pensamiento único, la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha erigido como el contrapeso a esa ofensiva de Zapatero por tierra, mar y aire. Hay muchos, muchísimos ciudadanos españoles que necesitan escuchar que en la política se mantienen los principios, que se puede gobernar sin sectarismo, que se puede respetar al adversario sin destruirlo y que no es necesario estar rescribiendo la historia para ampararse en falsas justificaciones.
 
Zapatero ha intentado ahogar a la Comunidad de Madrid. Y la evidencia se ha vuelto contra el presidente del Gobierno. La victoria electoral de Esperanza Aguirre en las elecciones autonómicas es algo que ZP no ha superado. Sabe que con Madrid en manos del Partido Popular su futuro en el poder siempre irá acompañado de un signo de interrogación. Y por ello su estrategia política es evidente: laminar todo lo que signifique bienestar y progreso en la Comunidad madrileña.
 
Esta estrategia del Jefe del Ejecutivo es tan rastrera que al cabo de pocos meses ya le está pasando factura. Es evidente que no puede zafarse de la realidad, aunque la vicepresidenta De la Vega se dedique a lanzar retos y pulsos. Aquí la historia va por otro sitio. Y es tan clara la forma de actuar del Gobierno central que lejos de alcanzar los resultados que persigue lo que está haciendo es reforzar el papel político de Aguirre. Y es que Zapatero vuelve a tropezar en la misma piedra de la soberbia y del engreimiento. Pero en este caso, le puede provocar un disgusto de tremendas dimensiones.

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