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Ingolf Günter Krumm

La coalición semáforo, mal menor

Los socialdemócratas berlineses, ganadores de las elecciones del congreso de los diputados de hace dos semanas, negociarán con el FDP (partido demócrata liberal) y los verdes la formación de una coalición semáforo. Como era de esperar, el SPD (partido socialdemócrata alemán) se convirtió en las elecciones en la primera fuerza política (29,7 % de los votos) por delante de la CDU (unión cristianodemócrata), que perdió un17% en comparación con las anteriores elecciones (actualmente con un 23,7% de los sufragios) y el PDS (partido del socialismo democrático) que quedó con un 47,6 %, muy cerca de la mayoría absoluta en la parte oriental de Berlín (22,6% en toda la ciudad). Los liberales, sin representación en la legislatura pasada, celebraron un comeback (9,9 %) y son, por delante de los verdes (9,1%), el cuarto partido de la capital.

Bajo esta constelación política se discutían dos opciones de coalición: o bien una coalición entre el SPD y los post-comunistas PDS, o una coalición semáforo entre los socialdemócratas, los liberales y los verdes. La decisión por la segunda opción le viene mejor a Berlín, porque con una participación del PDS en el gobierno, hubiese sido mucho más difícil llevar a cabo lo que más urge: una política de austeridad cuyo fin consista en reducir la deuda de 40 millardos de Euros.

Sin embargo –y a pesar de los reproches del PDS al SPD por dividir de nuevo a Berlín si éste se decidía en contra de la coalición roja-roja– la decisión a favor de los verdes y los liberales ha estado sin duda influida por motivos de política federal: en tiempos en los que el socio del SPD, el partido verde, no asegura en modo alguno una nueva mayoría absoluta en las elecciones generales del año que viene, es conveniente utilizar la capital como campo de prueba para una posible cooperación entre los tres partidos a nivel federal.

Berlín es la comunidad más endeudada de Alemania. La cifra total antes mencionada genera un pago de intereses de más de 6 millones de Euros diarios. Los recortes en la inflada administración publica no sólo son irrenunciables desde el punto de vista de los costes, sino también necesarios para simplificar la ubicación de nuevas empresas y abolir los obstáculos burocráticos. Y es que, precisamente, es en Berlín, con una tasa de paro del 16 % y un crecimiento del producto interior bruto del 0,1 % en los primeros seis meses de este año, dónde más falta hacen nuevas inversiones.

La debilidad económica tiene su explicación histórica. Puesto que Berlín occidental era después de la guerra una isla dentro de un estado socialista, muchas empresas se trasladaron a la parte occidental, a la Republica Federal Alemana. Sólo gracias a las subvenciones concedidas se pudo evitar un éxodo aún mayor. Cuando tras la reunificación se redujeron las ayudas estatales, comenzó un proceso de selección al enfrentarse las empresas a la competencia, y no acostumbradas a ello, muchas quebraron.

La participación del FDP en el gobierno, con el ex-ministro de economía Günter Rexrodt a la cabeza, deja al menos un margen de esperanza de que se llevará a cabo una política menos intervencionista y que se concentrará en lo fundamental: gastar menos dinero ajeno y dejar actuar a la gente libremente.

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