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Isaac Katz

Los intocables

Los sindicatos también son "entidades de interés público" (¿en qué estaban pensando los legisladores, es decir los políticos, cuando aprobaron tal barrabasada?). Por lo mismo, los líderes sindicales no tienen que rendirle cuentas ni a sus agremiados.

Elliot Ness y su grupo de investigadores del FBI eran conocidos como "Los intocables" porque mantuvieron su honestidad. En la lucha en contra el crimen organizado derivado de la estúpida prohibición de producir, comercializar y consumir alcohol no fueron corrompidos por las bandas de traficantes, particularmente la de Al Capone, que como todo grupo dedicado a la producción y distribución de algo ilegal requiere la protección y complicidad de autoridades. Así, Capone tenía comprada a la policía de Chicago, a los jueces y a los políticos, por lo que podía operar con impunidad (cualquier similitud con la actual realidad mexicana en relación a las drogas no es más que pura coincidencia). En México tenemos todo una variedad de intocables, adjetivo calificativo en este caso totalmente opuesto al de los intocables de Ness.

Algunos ejemplos. En primer lugar están los políticos, que se sienten paridos por los dioses. Que nadie ose criticarlos porque, por tener la piel muy sensible y el cerebro prácticamente atrofiado, inmediatamente toman cualquier critica a su labor como un ataque a su persona, más aun si además son funcionarios públicos, federales, estatales o municipales. Ellos, que están por encima de cualquier común mortal, se consideran a sí mismos como los "salvadores de la patria", siempre dispuestos a sacrificarse "por el bien de la nación". Quien los critique merece ser descalificado y acallado. Son intocables.

Obviamente, políticos que en lo individual no valen nada, para sobrevivir tienen que agruparse con otra gente de su propia calaña y entonces crean los "partidos políticos". Y así, agrupados en esa extraña categoría constitucional de "entidades de interés público" (como si al respetable público, como es el que asiste a las funciones de lucha libre, realmente les interesase los políticos y sus partidos), legislan para sí posiciones monopólicas (no a las candidaturas independientes) e inclusive legislan para que nadie los pueda criticar a través de la radio o la televisión (y al rato, ya embalados, también lo harán extensivo a la prensa escrita). ¡Cómo criticarlos si son inmaculados! De este modo, los políticos y sus partidos viven en el Olimpo, mejor conocido como el Congreso, donde pueden hacer y deshacer sin que prácticamente nadie ni nada los detenga, sin tener que rendir cuentas. Ellos son intocables.

Otro grupo más de intocables es el de los líderes sindicales porque, por otra aberración, los sindicatos también son "entidades de interés público" (¿en qué estaban pensando los legisladores, es decir los políticos, cuando aprobaron tal barrabasada?). Por lo mismo, los líderes sindicales no tienen que rendirle cuentas ni a sus agremiados, a pesar de que viven lujosamente de sus cuotas sindicales, sobre todo si encabezan sindicatos como los de maestros y petrolero. Otro grupo de intocables está formado por los monopolios, gubernamentales y privados, que al no enfrentar competencia no le rinden cuentas a sus clientes.

Y como estos intocables deciden el destino inmediato del país, pues estamos fregados.

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