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Isabel Durán

Cholloterrorismo

La misma suerte ha corrido Juan Pablo Diéguez, condenado a un año menos por integración en organización terrorista, ya que la pobre criatura también padece la misma apnea de sueño.

En España trae cuenta ser terrorista. Como es bien sabido, a pesar de la tardía, fingida o real conmoción gubernamental por la recobrada libertad de uno de los más sanguinarios asesinos de ETA y su burdo montaje para vivir al lado de sus víctimas, cualquier preso que se ponga en huelga de hambre es inmediatamente puesto a disposición de su novia para darse unas refriegas en la ducha. Más tarde se le conduce al hospital de su elección en su ciudad natal para que pueda ir de compras a la óptica y al herbolario. Posteriormente, cuando llega a la excarcelación definitiva tras haber burlado impunemente la ley mientras un juzgado se traga durante 3 años el cuento de unos cursillos de enfermería y demás fruslería con las que rebajar sustancialmente la condena, el Gobierno muestra su contundente repulsa pública, y aquí paz y después gloria. José Ignacio de Juana Chaos no es el único que se lo pasa de lo lindo y se libra de la prisión por las buenas.

Su colega de banda terrorista, la dirigente Elena Beloki, condenada a 13 años de cárcel en diciembre pasado como responsable de Xaki, el aparato internacional de ETA, ha obtenido permiso para recibir tratamiento de inseminación in vitro del también etarra Juan María Olano en el Hospital de Cruces de Vizcaya. Ello porque a los señoritos del terror les han entrado unas irreprimibles ansias de procrear en este preciso momento y no hace unos meses, cuando ambos gozaban todavía en libertad. Tal y como les ocurre a las millares de presas comunes que pueblan las prisiones españolas, la Justicia ha dictaminado la necesidad de unas "condiciones psicológicas adecuadas". Y naturalmente la "actual situación de privación de libertad" no resulta idónea para tan altos menesteres. Así que tan ilustre criminal ha sido enviada a su pueblo para que pueda reproducirse artificialmente. Que nadie se escandalice, pues se le ha exigido una elevadísima fianza de 6.000 euros.

Aún hay más. Los desdichados terroristas no pegan ojo, así que uno a uno desfilan por donde llegaron hace apenas unos meses gracias a la coherente y justa acción judicial. De esta manera al pobre Juan Mari Mendizábal, condenado a 13 años por considerársele jefe de ETA, se le ha mandado hace un mes y medio a su casa por padecer de apnea de sueño, hernia de hiato e hipertensión. La misma suerte ha corrido Juan Pablo Diéguez, condenado a un año menos por integración en organización terrorista, ya que la pobre criatura también padece la misma apnea de sueño. ¿Y que decir del desgraciadísimo Javier Salutregui, condenado a la nimiedad de 12 años por dirigir la banda y puesto en la calle debido a que el desvalido padece depresión crónica? ¿O de su compañero en el crimen, Olatz Altuna, penado con 9 años por colaborar con banda armada y puesto de patitas en la calle por padecer síndrome ansioso depresivo?

Y eso que se había reformado el Código Penal para que estos criminales cumplieran íntegramente las condenas. Eso sí, que nadie se preocupe, el Ejecutivo de Zapatero pretende ahora imponer el alejamiento de los terroristas sobre sus víctimas. Claro es que hasta hoy ninguna víctima había tenido que convivir con los asesinos de sus familiares. Felicitémonos todos por el modelo español de la lucha contra el terrorismo y el ejemplar apoyo a las víctimas.

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