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Isabel Durán

El fotopresidente en la cadena amiga

cuando el dos de noviembre se produzca el pleno de toma en consideración del Estatuto de ZP, el presidente repartirá sus fórmulas a troche y moche (nación o entidad nacional dentro de la nación española, comunidad nacional en la España plurinacional, etc)

Recién concluida la XV Cumbre Iberoamericana en Salamanca, el fotopresidente ha aterrizado en la cadena amiga para, durante una hora, sermonear al oyente, al estilo de sus mejores maestros Castro y Chávez . Intenta desesperadamente Zetapé que el sermómetro y el cismómetro no vuelvan a jugarle malas pasadas. Por ello Zapatero ha comenzado su alocución haciendo una declaración de principios. “Yo amo a mi país, a mi tierra y a León”. Con la entrevista en casa Polanco ha comenzado una carrera contrarreloj para cambiar la imagen del jefe del Ejecutivo antiespañol, radical y patrocinador del secesionismo por voluntad propia cuya “única patria es la libertad”. Y es que la orgía nacionalista presidencial ha levantado ampollas hasta en su propio electorado y preocupa de tal manera en las cocinas monclovitas que Zetapé se ha visto obligado a recalcar ahora “la España constitucional a la que, reitero, amo”.
 
¡Pero si parece Bush, o Blair o incluso Chirac hablando de sus respectivas naciones! Con una diferencia y gorda. Zapatero ya no engaña a nadie y sólo busca fórmulas para maquillar el torpedo en la línea de flotación que él mismo ha lanzado a la Constitución española. Veamos el cuento que ha contado esta fresca mañana de domingo otoñal. ”Somos ante todo una nación de personas y ciudadanos” asegura ahora. Y esboza su fórmula mágica: “más que una fórmula jurídica afecta a sentimientos, hay muchas fórmulas de reconocer la gran identidad (sic) de Cataluña”.
 
Afirma el presidente que la Unión Europea está formada por “muchísimas entidades nacionales” (sic), nada dice de los estados miembros que la componen. Zapatero va dando pistas, así, sobre el destructor juego de las matrioskas- nación que ha inventado para contentar a Josu Ternera, a Carod Rovira y a Pasqual Maragall. E incluso se ha delatado al asegurar, categórico, que “el Gobierno ha puesto los principios claros ante ETA y ante toda la sociedad española”. ¿Cuándo, cómo y dónde ha puesto esos “principios” ante la banda asesina? Pues en el Estatuto de Cataluña, naturalmente. En el Estatuto asumido, promocionado y culminado por José Luis Rodríguez Zapatero para garantizar su continuidad en el poder.
 
De esta manera, cuando el dos de noviembre se produzca el pleno de toma en consideración del Estatuto de ZP, el presidente repartirá sus fórmulas a troche y moche (nación o entidad nacional dentro de la nación española, comunidad nacional en la España plurinacional, etc) y disfrazará su insensato y demoledor juego de las matrioskas dentro de los “mejores valores democráticos” y “rigor constitucional”. Un fraude en toda regla.

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