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Isabel Durán

La almoneda de ZP

La ONU no ha decidido aún de quién son esas aguas, pero Zapatero, postrado de hinojos ante los intereses del rey moro, ya se las ha adjudicado al reino alauita.

En Tenerife, Zapatero culminó la consumación de una traición histórica no sólo de su partido y de toda la izquierda española, sino de la propia política exterior del todavía reino de España respecto a la antigua provincia española del Sáhara Occidental. Ha calificado los caladeros de pesca saharauis como marroquíes, una definición que contraviene diversas resoluciones de Naciones Unidas, los acuerdos internacionales y la opinión de todos los técnicos en derecho internacional, que vienen repitiendo que las aguas internacionales del Sáhara no son propiedad de Marruecos y que, por lo tanto, no puede disponer de ellas al estar todavía en litigio legal. La ONU no ha decidido aún de quién son esas aguas, pero Zapatero, postrado de hinojos ante los intereses del rey moro, ya se las ha adjudicado al reino alauita.

No ha sido un lapsus. Es el modo en que Zapatero ha logrado que Mohamed VI autorice a nuestros pesqueros a faenar en esas demarcaciones. El hecho de que no le pertenezcan le importa un bledo al rey de Marruecos y, de paso, al inquilino monclovita. Nunca desde la muerte de Franco un gobernante español había reconocido la soberanía marroquí en esas aguas y, por ende, en aquel territorio.

Zapatero ha puesto España en almoneda y vende sus traiciones a granel. Los españoles, forzados a admitir la traición de Zapatero, abandonamos definitivamente a los saharauis y entregamos Gibraltar a cambio de pactos felones, indignos y perversos, de difícil vuelta atrás. Con el presidente de la España residual la oportunidad para los enemigos de la nación la pintan calva. Cuando ZP salga de La Moncloa, de España no van a quedar ni las raspas.

La nueva indignidad se ha consumado desde un partido, el PSOE, que siempre se ufanó de ser el mayor defensor del Frente Polisario. Eso sí, como siempre, será mejor que sigan todos callados, no sea que les ocurra lo que al representante de Asociación Amistad con el Pueblo Saharaui, que osó interrumpir al presidente en el mitin tinerfeño acusándole de haberles vendido y fue sacado a rastras del recinto. Un ejemplo más de la democracia deliberativa que rige dentro y fuera del partido de ZP.

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