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Isabel Durán

Los muertos vivientes

A dúo con su hombre de paz favorito, los desesperados intentos de Zapatero de convertir en víctimas a los verdugos y en verdugos a las víctimas carecen de credibilidad y le alejan cada día más hasta de su propia parroquia.

A falta de una docena larga de días para que se cumpla el tercer aniversario de la matanza del 11-M que dio con los huesos de Zapatero en La Moncloa, los muertos vivientes asustan al presidente. Y no sólo los de la mayor masacre terrorista de la historia de España. La actitud de Zapatero con los etarras ha hecho salir de sus casas por primera vez en muchos casos a las víctimas del criminal en serie y reincidente De Juana Chaos. Octava rebelión cívica para decirle al "presidente por atentado" (que no por accidente) que el terrorista debe cumplir íntegra su condena. Como toda respuesta el jefe del Ejecutivo ha continuado con su proceso de lavandería etarra. Ahora ve "signos distintos" en Otegi.

Lo cierto es que el presidente del Gobierno ha entrado con pésimo pie en la recta final de su mandato y lo peor es que está dispuesto a seguir metiendo la pata hasta el corvejón en una huida hacia delante que le lleva a un precipicio que hasta un ciego podría ver. La ETA le ha metido prematuramente en precampaña al ponerle dos muertos encima de la mesa de negociación. Y con estos dos nuevos muertos vivientes le ha marcado el escenario electoral, la partitura y hasta el carné de baile. A dúo con su hombre de paz favorito, los desesperados intentos de Zapatero de convertir en víctimas a los verdugos y en verdugos a las víctimas carecen de credibilidad y le alejan cada día más hasta de su propia parroquia. Algo que ya no puede ocultar ni la cocina monclovita del CIS.

Porque al Gobierno se le escapa de las manos la capacidad de la gente de discernir por sí misma y a la flagrante injusticia con las víctimas de la ETA hay que sumar el espectáculo del juicio del 11-M retransmitido en directo. A la vista está que algo no encaja al ver a los cuatro desgarramantas de Lavapiés (Dezcallar dixit) como autores intelectuales y materiales como tampoco cuadra la irrupción del dinitrotolueno de la muestra de explosivo de los trenes en la versión oficial gubernamental.

Está claro que no hay nada claro. Y que no vale ya. Las víctimas y los muertos de la democracia no son el pasado. Son el futuro de esperanza para millones de españoles que estamos contra la desmemoria, la indignidad y la injusticia que pretende Zapatero.

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