Menú
José Berdugo

Spain is different

Una de las principales causas de la evolución positiva de la economía estadounidense no es otra que la capacidad que han tenido para recortar costes. Esto no es más que un tecnicismo para hablar de la tan odiada en Europa flexibilidad laboral.

Como cada año por estas fechas, es momento de pararse a pensar qué será del futuro próximo. Antes de empezar estas líneas, como es natural, me he estado leyendo todos los informes de perspectivas que han caído en mis manos. No son pocos. Todos los bancos de cierto tamaño, los organismos internacionales, los bancos centrales, las firmas de análisis, las consultorías... todo el mundo publica por estas fechas sus ideas de cómo creen que será el siguiente año. Por lo general, todos esos informes son prácticamente iguales, van en la misma dirección. Así que cuando un año las proyecciones de uno fallan, fallan todas. No hay más que volver a leer lo que se publicaba hace un año. Nadie acertó con sus perspectivas para 2009. La economía empieza a recuperarse, la bolsa ha subido y el mercado de deuda ha vivido el mejor año de su historia. Por eso, lo primero que hay que hacer al hablar del futuro es lo mismo que hacen todas esas instituciones, dejar claro que adivinar el futuro es precisamente eso, una adivinanza.

Para intentar contestar la adivinanza con acierto, hay que fijarse en lo que ha pasado en los meses previos. 2009 pasará como uno de esos años difíciles, el año en el que la recesión global terminó, tras dos años en los que las noticias iban de mal en peor. Desde el estallido de las subprime, la quiebra de Bear Stearns, la caída controlada de AIG, la quiebra de Lehman, todo fue suma y sigue. El año comenzó dando la razón a todos los analistas que anunciaban el fin del mundo conocido. Pero en marzo las cosas cambiaron. La bolsa encontró un punto en el que darse la vuelta. Los datos macro empezaron a ser sólo malos, en lugar de históricamente malos. Y los que antes se afanaban en anunciar las más terribles calamidades, cambiaban de opinión y empezaban a ver luces al final de un túnel que nunca vieron llegar. Es más, anunciaban que eran sus propias medidas –cada uno las suyas aunque no hubiese tomado ninguna– las que habían supuesto ese punto de inflexión en el que las cosas habían cambiado.

En las últimas semanas hemos podido ver algunos datos para la esperanza. El empleo en la primera potencia del mundo empieza a dar signos de recuperación. Lo mismo ocurre con la confianza, con el consumo, con el mercado inmobiliario y con otros indicadores, pero sobre todo con la confianza empresarial y la inversión. Una de las principales causas de la evolución positiva de la economía estadounidense no es otra que la capacidad que han tenido para recortar costes. Esto no es más que un tecnicismo para hablar de la tan odiada en Europa flexibilidad laboral. Si a medida que el consumo mejora y el empleo continúa siendo bajo, la productividad aumenta, mejoran los márgenes de producción y voilà, se vuelve a poner en marcha la máquina. Así, depende de quién haga el análisis, pero el consenso es que Estados Unidos crecerá en 2010 por encima del 3% y su tasa de desempleo tocará techo en torno al 10% para empezar a bajar.

En cambio, las cosas en la vieja Europa no serán iguales. No sólo la caída de este año ha sido considerablemente más fuerte que al otro lado del charco, además el crecimiento en 2010 será un tercio que el de los americanos. Pero lo realmente preocupante reside en los cimientos en los que se basará ese exiguo crecimiento. El año próximo mejorará la balanza comercial, como consecuencia de las exportaciones alemanas, la evolución del consumo y la caída de los precios energéticos. El consumo, prácticamente no cambiará con respecto al de este año y, finalmente, la inversión continuará cayendo con fuerza. Sólo queda el componente de la pública. Un año más, el gasto público crecerá muy por encima del PIB. La gran mayoría de los economistas ven en este aspecto una de las principales losas europeas. Pero este es un tema aparte, para una tesis doctoral.

En cuanto a la evolución de los tipos de interés, hay que diferenciar mucho entre los diferentes bancos centrales. En pura lógica, a medida que se vaya confirmando la recuperación económica los tipos deberían tender al alza para evitar un recalentamiento del sistema y una repetición de la actual crisis. El Banco Central Europeo, por ejemplo, ya ha empezado a drenar liquidez de los mercados financieros, reduciendo el montante al que pueden acceder los bancos. Otro factor a tener muy en cuenta en la evolución de los tipos es la inflación (en realidad es el objetivo primario de la política monetaria, al menos en la zona euro).

De este modo, se espera que de los grandes bancos centrales, el primero en subir tipos sea el de Inglaterra. La economía británica registra un crecimiento de precios cercano al 1.5%, con lo que en el caso de que el petróleo suba o –y en su caso es especialmente relevante– lo hagan los precios de los alimentos, se enfrentarán a un serio problema de inflación. Es de esperar, pues, que el Banco de Inglaterra fije el precio del dinero cerca del 1% a finales del próximo año y continúe subiéndolo desde entonces. A éste le seguirá la Reserva Federal, que tan pronto como se consolide la recuperación subirá los tipos, aunque no es previsible que eso ocurra antes del verano, evitando encontrarse en una situación como la provocada por la política monetaria de Greenspan. En el caso europeo, parece que las cosas se harán con más calma y poco a poco. Los tipos, aquí deberían mantenerse estables en el 1% a lo largo de todo el año, aunque una subida postrera tampoco es descartable.

En España, por último, todo parece indicar que volveremos alSpain is diferent, y vaya si lo somos. Probablemente, seremos el único país de la Unión que continúe decreciendo en 2010 y seremos el que menos crezca el año siguiente, alejándonos de la tan olvidada convergencia. La recesión en España no está causada por una crisis internacional agudísima, sino incrementada por ésta. Nuestra crisis está causada por una economía que requiere de profundas reformas estructurales. Reformas que tienen que afectar a nuestro sector inmobiliario, a nuestra legislación mercantil (liberalizando y evitando los diecisiete mercados actuales), y el mercado laboral, siendo éste el más urgente y relevante. Son aspectos fundamentales de nuestra economía, y no se pueden arreglar a golpe de talonario. Nuestra tasa de desempleo es la que más ha aumentado de la zona euro, nuestras inversiones las que más han caído, nuestro consumo el que más se ha contraído, y la medida estrella de nuestros gobernantes ha sido convertirnos en los que más hemos incrementado nuestro gasto público y en los que más suben los impuestos. Aquí tenemos otro problema: cómo vamos a financiar todo este nuevo mega déficit y cómo haremos frente al coste de la deuda pública, que superará el 65% del PIB en 2010 (frente al 36% de 2007).

En Libre Mercado

    0
    comentarios