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Jaime Daremblum

Temor por El Salvador

Por ahora, los temores crecientes de muchos salvadoreños ante la eventualidad de un gobierno del FMLN se han reflejado en una considerable salida de capitales. Tampoco quisiéramos pensar en el desastroso impacto regional de un giro de tal naturaleza.

La prensa internacional no ha prestado mucha atención a El Salvador desde los años ochenta, cuando la guerra civil desgarraba el país. En esos días, el izquierdista Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) desplegaba una sangrienta campaña guerrillera. Sin embargo, ahora sí recoge una noticia inquietante: el FMLN, que se ha convertido en un partido político con fuerte representación legislativa, tiene posibilidades reales de controlar muy pronto la Asamblea Nacional y la Presidencia del país. En enero habrá comicios legislativos y municipales, y la elección presidencial será en marzo. Actualmente, el FMLN aventaja con amplitud en las encuestas a la oficialista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

ARENA, de centro-derecha, ha gobernado desde 1989 con sólidos logros económicos y sociales. Desde 1992, la economía de El Salvador ha crecido a una tasa promedio anual de 3,3%, dos veces el promedio latinoamericano. El país tiene una de las mejores calificaciones crediticias en la región, superado sólo por Chile, México y Brasil. Entre 1991 y 2006 la pobreza bajó de 60% a menos de 31% y la pobreza extrema disminuyó dos tercios al pasar de 28,2% a menos de 10%. No obstante, ARENA sufre una marcada desventaja de dos dígitos en las encuestas. Según una reciente de CID-Gallup, el 33% de los salvadoreños apoya al FMLN mientras el 23% respalda a ARENA. El 41% favorece al candidato del FMLN, Mauricio Funes, mientras el 20% apoya a Rodrigo Ávila, el candidato arenero. Esto se explica en parte por la baja popularidad del presidente Antonio Saca. No ha cometido errores graves, pero tampoco se ha ganado los corazones y mentes de la mayoría de los salvadoreños. Pese a sus esfuerzos para fortalecer la seguridad, El Salvador continúa sufriendo una oleada de delitos violentos.

La astucia electoral es, empero, la principal razón de la ventaja del FMLN. Rompiendo su tradición, escogieron a un candidato presidencial ajeno al partido. Funes ha sido un popular presentador de televisión que, sin duda, atrae a los independientes. La mayoría de los salvadoreños no lo considera un extremista de izquierda y el periódico Chicago Tribune incluso informó que Funes desea "convertir el FMLN en un partido pragmático". El problema consiste en que Funes es una figura moderada, pero no tiene control real sobre la estructura e ideología del FMLN, arraigadas en la ortodoxia marxista-leninista. Por ejemplo, el FMLN, que no ha logrado superar su mentalidad de Guerra Fría, defiende a ultranza a las FARC, la agrupación narcoterrorista colombiana.

Resulta difícil evitar la sensación de que Funes está siendo usado por el FMLN como vehículo para llegar al poder. Si es electo, tendrá escaso control sobre el partido. Eso podría convertirlo en una figura ineficaz. Incluso sería dejado a un lado por líderes radicales del FMLN, como el candidato a vicepresidente, Salvador Sánchez Cerén. Es por eso razonable pensar que una victoria de Funes podría conducir a un pronunciado giro a la izquierda, tanto internamente como en la política exterior salvadoreña.

¿Cómo reaccionaría el sistema político salvadoreño ante este golpe de timón? He ahí la pregunta clave. La polarización de fuerzas, que no es un fenómeno ajeno al país, afectaría negativamente el modelo democrático conquistado con tantas lágrimas, sudor y sangre por el admirable pueblo salvadoreño. Por ahora, los temores crecientes de muchos salvadoreños ante la eventualidad de un gobierno del FMLN se han reflejado en una considerable salida de capitales. Tampoco quisiéramos pensar en el desastroso impacto regional de un giro de tal naturaleza.

Hugo Chávez ha suplido petróleo subsidiado a los municipios dominados por sus amigos del FMLN. Curiosamente, ha guardado silencio sobre la campaña presidencial salvadoreña. Quizás Chávez aprendió la lección tras las pérdidas de sus candidatos preferidos en Perú y México en 2006 y no quiere que un comentario suyo afecte las posibilidades de triunfo del FMLN. En todo caso, un informe de inteligencia estadounidense señaló hace poco que Chávez utilizará los subsidios de petróleo que otorga a las alcaldías controladas por el FMLN para financiar la campaña electoral de sus amigos. Entretanto, la marcha exitosa del FMLN perfila una tragedia anunciada.

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