Menú
Jaime de Piniés

Cuando las barbas de tu vecino...

Es responsabilidad del Gobierno despertar de la pasividad latente y que comience a gobernar decididamente para implementar las reformas que nos hacen falta.

Por fin el Gobierno Irlandés dio su brazo a torcer y ha aceptado el rescate de la Unión Europea Monetaria, del Banco Central Europeo, del FMI, del Reino Unido y de Suecia, países estos últimos que no pertenecen al euro pero con muchos intereses en el país irlandés. Irlanda no consiguió su objetivo: rescatar el sistema bancario sin comprometer su economía a un control externo. Control que a todas luces tiene visos bastante draconianos. Los avales podrían alcanzar los 90.000 millones de euros y llevan inexcusablemente aparejados la pérdida de la soberanía económica en los campos fiscales y del gasto público. Parece que se mantendrá un impuesto de sociedades ultra bajo, pieza clave de la acertada política fiscal del tigre celta. Pero el coste societario parece inusualmente duro en términos de subidas de impuestos, reducciones en prestaciones sociales y en los salarios, tanto del sector público como del mínimo interprofesional que hasta hora era uno de los más elevados de Europa.

Ya son dos los países de la zona del euro que han quebrado y aunque el guión parecía llamar a la calma tras la imposición del rescate irlandés en tiempo récord –recuerden que el rescate de Grecia tardó meses en articularse y el irlandés solo días– no parece que los mercados hayan encontrado la calma. Al contrario, en vez de estrecharse el diferencial con el bono alemán de España y de Portugal se ha distanciado aún más, por encima de los 210 puntos básicos en el caso español y más de 410 en el portugués, con caídas importantes en las bolsas ibéricas.

Ante estos acontecimientos, la ministra Salgado indica que España no necesita un rescate, que la situación del país es radicalmente distinta a lo de los dos quebrados por ser más diversificada la economía, tener menos deuda pública y porque la banca es más solvente. Pero lo cierto es que los mercados siguen sin creérselo. Ya avanzamos en la última columna que un punto crítico para nuestro país podría ocurrir a finales del primer trimestre cuando se publiquen los déficits de las comunidades autónomas. Hoy no tenemos un registro claro, un control estadístico actualizado mes a mes del tamaño del déficit publico autonómico. Esto reduce credibilidad a cualquier estimación del Gobierno, precisamente porque el déficit de las comunidades es 75% más grande que el del Estado, una vez apartado el gasto en la Seguridad Social. Por otro lado, los mercados también tienen muy presente que los bancos españoles son grandes tenedores de deuda portuguesa que actualmente está en entredicho.

Ahora bien, siendo cierto que ningún economista puede predecir cuándo los mercados van a decidir cortar el grifo financiero a un país, lo que si pueden hacer es avisar de que el rumbo no es el correcto, que la complacencia de la ministra Salgado es equivocada y preocupante, y que puestos a la obra estaríamos a tiempo para evitar una enorme quiebra de la economía española. Estamos en una especie de fase-tregua tras el rescate de Irlanda. Es responsabilidad del Gobierno, pues, despertar de la pasividad latente y que comience a gobernar decididamente para implementar las reformas que nos hacen falta. Reformas que alcanzan el orden laboral, energético, cajas de ahorro y, sobre todo, contundencia y rapidez para ejercer las facultades que le otorga la Constitución para coordinar y supervisar el gasto público en las comunidades autonómicas y las entidades locales. De lo contrario, sólo nos queda el título de esta columna, "cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar". Señores, la que nos espera.

En Libre Mercado

    0
    comentarios