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Jaime Ignacio del Burgo

Con el presidente en el Congreso

En los próximos meses veremos si el PSOE hace frente común con NB para bloquear las iniciativas del Gobierno. Si así fuera, concluí, al presidente Sanz no le quedaría más remedio que convocar nuevas elecciones a partir del 1 de enero de 2008.

El pasado 4 de septiembre en el Congreso de los Diputados mantuve una conversación con el presidente del Gobierno. A pesar de las grandes discrepancias que he mantenido en esta legislatura con el señor Rodríguez Zapatero, el tono de nuestro encuentro fue absolutamente cordial y amistoso, aunque me reprochara que en unas declaraciones a la cadena COPE estuve muy duro con él pese a que el PSOE ya había anunciado su decisión de facilitar la investidura del candidato de UPN a la presidencia del Gobierno foral. Me cogió desprevenido, pues no era consciente de que hubiera censurado al presidente desde las elecciones del pasado 27 de mayo en relación con la formación del Gobierno de Navarra.

Así que recurrí a Internet y encontré, en efecto, unas declaraciones que efectué el pasado 6 de agosto en el programa La mañana. He repasado mis respuestas y, en mi opinión, no hubo ningún ataque despiadado al presidente, sino todo lo contrario.

Se me preguntó qué margen de maniobra le iba a dejar a Miguel Sanz el Partido Socialista. Repliqué que el mayor riesgo, en mi opinión, era que no formara gobierno quien había ganado las elecciones forales con claridad. Añadí que gobernar sin mayoría absoluta en el Parlamento resulta más complicado, pero apelé a la experiencia de otras épocas en que el entendimiento entre los dos partidos constitucionalistas en los temas básicos había garantizado la estabilidad política de Navarra.

A la pregunta de si me fiaba de las garantías dadas por el PSOE dije que no tenía por qué fiarme ni desconfiar. Y añadí que en los próximos seis meses veríamos si el PSOE hace frente común con NB para bloquear las iniciativas del Gobierno, incluidos los presupuestos. Si así fuera, concluí, al presidente Sanz no le quedaría más remedio que convocar nuevas elecciones a partir del 1 de enero de 2008.

Esto fue todo respecto a la formación del Gobierno foral. A partir de ahí, la entrevista entró en otros temas de actualidad, como las últimas cartas de extorsión de ETA. Dije entonces que desearía que el Gobierno fuera solidario con las víctimas del mismo modo que en estos momentos las fuerzas de seguridad están actuando con precisión y eficacia.

Por último, se me preguntó si no estaríamos en otro escenario distinto si el Gobierno hubiera pensado desde el principio del mismo modo que acababa de pronunciarse el director general de la Guardia Civil y de la Policía en el sentido de que en ETA solo hablaban las pistolas. En mi respuesta dije que tenía la impresión de que alguien le había contado al presidente una película que luego no se había producido: que ETA estaba dispuesta a rendirse y que bastaba con hacer algo simbólico o testimonial para ayudarle a salvar la cara. Ocurre, añadí, que con ETA no se puede jugar y que el fracaso de las conversaciones mantenidas estaba en la imposibilidad para el Gobierno de dar satisfacción a las dos cuestiones irrenunciables mantenidas desde siempre por la banda terrorista: la autodeterminación y Navarra. Dije que nunca es tarde cuando la dicha es buena, por lo que ahora lo único que esperaba es que de la misma forma que el Gobierno viene dando pruebas de firmeza contra ETA, se llegara a la conclusión de que no se puede dejar abierta a la esperanza de volver a la negociación, porque eso lo único que hace es alimentar sus aspiraciones. Terminé diciendo que hasta ahora no habíamos oído al presidente declarar que no iba a hablar nunca nada con ETA y que sólo utilizaría las herramientas del Estado de Derecho para acabar con el terrorismo. Y concluí: "Pero si las fuerzas y cuerpos de seguridad están no sólo en situación de alerta sino de ofensiva total contra el terror y han recibido esa orden, cosa que evidentemente parece que sí, hay motivo para pensar que tal vez el Gobierno empiece a reaccionar, a cambiar y a olvidar la intención que tuvo en el pasado de negociar con los terroristas".

Comprendo que la sensibilidad del presidente se encuentre a flor de piel ante la posibilidad de que ETA vuelva a cometer nuevos atentados mortales. Pero no encuentro en mis declaraciones ninguna crítica acerada contra él. Al contrario, valoré la orden dada a los servicios policiales de actuar con toda contundencia contra la banda terrorista.

Ahora bien, me ratifico en que si el presidente quiere recuperar en su plenitud la confianza en el Gobierno resulta imprescindible que cierre definitivamente la puerta a cualquier tipo de negociación, directa o indirecta, sobre los objetivos políticos de ETA.

En mi grata conversación con el presidente abordamos otros temas que por sentido de la responsabilidad considero deben quedar en el secreto del sumario. No me duelen prendas en reconocer –y no se entienda esto como una rectificación o disculpa– que celebro y alabo que el presidente del Gobierno no se haya plegado a satisfacer el precio exigido por los terroristas. Como también valoro que haya impedido el acceso de los nacionalistas al gobierno foral, cuya peor consecuencia habría sido la definitiva fractura de la sociedad navarra en dos mitades.

Por último, considero oportuno hacer pública la carta que el 31 de mayo de 2007 dirigí al presidente Rodríguez Zapatero. No sé si mis consideraciones le hicieron alguna mella a la hora de tomar su decisión, pero me hubiera gustado que cuando justificó su decisión de dejar gobernar a UPN, además de hacer referencia a que el PSOE quedó en tercer lugar en las elecciones forales, a las contradicciones existentes en el seno de NaBai y a las negativas consecuencias electorales que para su partido podría tener la formación de un gobierno de coalición con los separatistas vascos, hubiera hecho hincapié en las "razones de Estado" que aconsejan apoyar a quienes defendemos que Navarra siga siendo Navarra y por lo tanto España.

Carta al presidente del Gobierno

Madrid, 31 de mayo de 2007

Excmo. Sr. D. José Luis Rodríguez Zapatero
Presidente del Gobierno
Palacio de la Moncloa
Madrid

Respetado presidente:

Como se va demorando aquel café que me prometiste tomaríamos en la Moncloa y los acontecimientos se precipitan, quiero transmitirte algunas consideraciones ante la trascendental decisión que como secretario general del Partido Socialista has de adoptar respecto a la política de pactos en Navarra.

Vaya por delante que no me mueve al hacerlo ningún interés personal. Anuncié el pasado mes de septiembre que ésta sería mi última legislatura, después de casi treinta años en las Cortes Generales.

Dijiste ayer en el Congreso que UPN había generado crispación en Navarra y había ofendido la dignidad de los socialistas navarros. Aun en el supuesto de que fuera así, ello no justificaría dar entrada en el gobierno a Nafarroa Bai, pues eso sería proporcionar a los nacionalistas un instrumento poderoso para promover sus objetivos políticos que no son otros que la integración de Navarra en Euskadi y la independencia de Euskal Herria. No te dejes engañar por la cara amable de Uxue Barcos que, entre otras cosas, ya ha anunciado que si se convierte en alcaldesa sólo pondrá en el balcón del consistorio la bandera de Pamplona y, tal vez, la de Navarra, porque le parece "ridículo" que ondee la de España que no une a los ciudadanos sino los divide. No olvides tampoco que Aralar surgió de una escisión de Batasuna, pero no condenó la violencia histórica de ETA (de la que Zabaleta como miembro cualificado de la mesa nacional de HB no podía renegar), sino que la rechazó, o por ser más exactos, la "reprobó" por considerarla contraproducente en ese momento –ruptura de la tregua de 1998– para la consecución de los objetivos políticos de la izquierda abertzale.

Tampoco te dejes influenciar por la campaña de descalificación de la política lingüística de UPN. La señora Barcos llegó a calificarla de "genocidio cultural", cuando se viene aplicando con gran amplitud y flexibilidad la ley foral elaborada en tiempos de Gabriel Urralburu. El euskera en Navarra pasa por su mejor momento. Pero, por desgracia, en la gran mayoría de las ikastolas y líneas monolingües de los colegios públicos los alumnos sufren un adoctrinamiento político que les hace odiar lo español al transmitírseles la idea de que España oprime a Euskal Herria de la que Navarra forma parte de manera indefectible, según sus maestros.

Quiere esto decir que si la alcaldía de Pamplona pasara a manos de NB y los nacionalistas accedieran al Gobierno de Navarra el resultado será un crecimiento exponencial del voto separatista. Hablar de integración de los nacionalistas y de respeto a la pluralidad de Navarra después de "echar" a los partidos que representan casi el cincuenta por ciento del electorado resulta sarcástico.

En toda campaña electoral se producen salidas de tono. Son muchas veces propias de la calentura de un mitin. Quien esté libre de culpas, que tire la primera piedra. Pero UPN tenía la obligación de alertar a los navarros de que el futuro de la Comunidad estaba en juego si los socialistas pactaban con Nafarroa Bai las instituciones más importantes.

Me gustaría que leyeras mi libro titulado Navarra, el precio de la traición. (Sabemos el precio fijado por Batasuna-ETA para el fin del "conflicto": la entrega de Navarra; "sin Navarra, nada, nada, nada". La traición sería pagarlo). Todo cuanto se dice en él está basado en el testimonio –fielmente reflejado– de los protagonistas del proceso de paz. Fueron los batasunos quienes pusieron sobre la mesa el tema de Navarra y no ha habido en todo este tiempo una respuesta contundente que les hiciera ver que con Navarra, nada, nada, nada. Más aún, cada vez que en el Congreso intentamos clarificar la situación nuestras mociones recibieron el voto en contra del Grupo Socialista. Y quiero recordarte que el pasado 15 de enero de 2007 tú mismo afirmaste ante la Cámara que compartías cuanto había expresado Uxue Barcos, lo que permitiría futuros "acuerdos y entendimientos". Si finalmente, Nafarroa Bai consigue sus objetivos ("Ahora podemos", era su lema de campaña) nuestros temores no eran infundados. Por otra parte, lo ocurrido en Estella, Tafalla, Barañaín y Sangüesa te debería llevar a la conclusión de que la alianza con los nacionalistas acaba por perjudicar vuestras expectativas electorales por el disgusto que genera en los ciudadanos. No tengo la menor duda de que el pacto con NB acabará por fagocitar al PSN. Y también que Navarra experimentará un claro retroceso en todos los órdenes con un Gobierno integrado por seis partidos políticos con proyectos y programas radicalmente contrapuestos.

A lo largo de mi larga vida política he conocido a todos los presidentes de la democracia. Siempre he tenido la convicción de que, cualquiera que fuera su color político, tenían la idea clara de lo que España se jugaba en Navarra y valoraban la importancia de la batalla política para defender la identidad navarra y su vocación española. En estos momentos no tengo esa sensación a juzgar por las muestras de amistad que recibe la representante de Nafarroa Bai y que contrasta con la negativa a recibir al presidente Sanz a lo largo de los últimos tres años

Una última reflexión. Se habla del "castigo" del pueblo navarro a UPN. Nada más falso. Lo cierto y verdad es que el actual Gobierno foral –UPN más CDN– ha obtenido el 47 por ciento de los votos. En Canarias, López Aguilar ha alcanzado el 34,7 por ciento y ha quedado a cinco escaños de la mayoría absoluta. Sin embargo, se siente "legitimado" para gobernar porque los ciudadanos –dice– han votado por el cambio. En Navarra, la mitad del electorado ha votado por la permanencia del actual Gobierno. Si finalmente pactáis con los separatistas, Navarra quedará fracturada en dos mitades tal vez de forma irreversible. Apelo a tu amor a España para que tal cosa no ocurra.

Por último, en el entendimiento entre UPN y el PSN lo esencial debiera ser el acuerdo sobre un programa de gobierno que dé estabilidad y garantice el progreso de la Comunidad, al tiempo que pueda aplicar vuestras aspiraciones en cuanto a la política social. No creo que sea difícil conseguir ese programa común. Lo secundario debiera ser el reparto de cargos. Estoy seguro de que también en este aspecto UPN sabrá ser generosa.

Recibe un fuerte abrazo, Jaime Ignacio del Burgo

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