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Javier Arias Borque

Las minorías étnicas orientales, la carne de cañón de Putin para la guerra en Ucrania

Recluta 'voluntarios forzados' en las zonas más pobres con métodos agresivos. Ha subido el salario a jueces, fiscales y policías.

Recluta 'voluntarios forzados' en las zonas más pobres con métodos agresivos. Ha subido el salario a jueces, fiscales y policías.
Cartel de reclutamiento para la guerra de Ucrania en San Petersburgo. | EFE

La decisión de Vladimir Putin de dar un vuelco a la estrategia en la guerra de Ucrania, reconociendo sin decirlo que la táctica inicial ha resultado ser un auténtico fracaso, algo que no ha podido ocultar tras el éxito alcanzado por la contraofensiva ucraniana en el frente de Jarkok, ha sido un terremoto interno en Rusia. La decisión de reclutar a 300.000 ciudadanos para mandarlos al frente ha sacado a miles de rusos de la indiferencia en la que se habían mantenido hasta ahora.

En las últimas horas el grupo de piratas informáticos Anomymous ha hecho público un documento que dicen que ha sido robado de los servidores del Ministerio de Defensa ruso. El mismo contiene un listados de 305.925 ciudadanos que habrían sido preseleccionados para incorporarse a filas para combatir en Ucrania. También aseguran que hay otros dos documentos diferentes similares, por lo que establecería que la preselección incluiría casi a un millón de rusos.

Este archivo filtrado incluye el nombre y los apellidos (el familiar y el patronímico, derivado del nombre de pila del padre), así como su fecha de nacimiento y la dirección que consta de ellos en la oficina de reclutamiento. Lo inicia Aarinola J. P., que vive en la calle Dokukina 9 de Moscú, y lo cierra Sergey V. Y., cuya vivienda está situada en el número 6 de la calle Lenskaya de San Petersburgo.

Hay residentes en casi una veintena de distritos rusos. Desde los más ricos, como Moscú o San Petersburgo, a los más pobres, como Daguestán, Tatarstán, Buriatia y Yakutia. También incluye residentes en Kursk, Krasnodar, Stávropol, Crimea, Krasnoyarsk, Rostov, Belgorod, Bryansk, Voronezh, Zabaikalie, Kamchatka y Chechenia. Un crisol de regiones que representan los cuatro puntos cardinales del territorio ruso.

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Listas de reclutas preselecciones por el Ministerio de Defensa ruso para ir a Ucrania

Pero las primeras imágenes que están llegando desde Rusia sobre la campaña de reclutamiento no son tan proporcionales como los datos que figuran en el listado filtrado, que tiene una armonía entre el número de personas reclutables en cada región y el porcentaje poblacional que representa en el conjunto de Rusia. Esas imágenes muestran que las autoridades rusas están pisando el acelerador en las zonas más pobres usando métodos sumamente agresivos.

Esta táctica tiene una razón de ser. El impacto de las protestas se produce cuando suceden en las principales ciudades rusas. En ese momento saltan a los medios de comunicación internacionales. Pero las que se producen en las repúblicas o regiones más pobres de Rusia, donde viven las minorías étnicas no eslavas, no suelen llegar a ningún sitio, por lo que es más fácil intentar reclutar de más en estas zonas para tener que haberlo lo menos posible en Moscú o San Petersburgo.

Mientras no hay imágenes de traslados y movilizaciones en las grandes ciudades rusas de Europa, sí han trascendido las primeras grabaciones de lo avanzadas que van en las regiones más pobres. Este jueves, pocas horas después del anuncio de Putin, ya estaban saliendo autobuses blancos en dirección a Ucrania desde Nériungri, una ciudad de unos 66.000 habitantes situada en la región de Yakutia.

Los mismos autobuses blancos que el mismo jueves noche estaban cargando reclutas en Yuzhno-Kurilsk, un pequeño asentamiento urbano en la isla de Kunashir, al noreste de Japón, en el archipiélago de las Curiles, que los nipones reclaman como propias tras ser ocupadas por la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Allí los reclutas discutían borrachos y a puñetazo limpio antes de subir al vehículo.

Hechos como este último han provocado que el Gobierno ruso haya prohibido la venta al por menor de alcohol en las cercanías de los centros de reclutamiento. Exactamente, fija que a 300 metros de los mismos no se podrá consumir ni vender ninguna bebida que tenga ningún tipo de graduación alcohólica salvo que sea para servicio de catering o se trate de venta al por mayor. Una prohibición que se mantendrá mientas siga vigente el periodo de reclutamiento para la guerra de Ucrania.

También está habiendo algunos momentos de tensión porque no todos quieren ir al frente, mucho más ahora que no se van a recibir los jugosos salarios que han recibido los voluntarios. Un vídeo grabado en una oficina de reclutamiento en Daguestán muestra la discusión entre la reclutadora y algunos hombres que están en la puerta. "Tenéis que luchar por vuestro futuro", dice ella. "Ni siquiera tenemos presente, de qué futuro hablas", le responde un daguestaní.

Una situación en consonancia con lo que ha pasado hasta ahora en el frente. El Gobierno ruso no ha estado facilitando datos sobre las bajas que ha tenido en combate. Únicamente ha actualizado datos en dos ocasiones. La primera, al principio de la ofensiva. La segunda, esta semana (5.900 bajas entre muertos y heridos). Muy lejos de los 60.000 que cifraba la CIA estadounidense a finales de julio. Y muchísimo menos que las infladísimos números que aporta el Gobierno ucraniano.

Pese al apagón informativo de Moscú, las redes sociales (en VK, principalmente) y los pequeños periódicos locales sí han estado publicando esquelas de los fallecidos. Buceando e investigando esas esquelas, haciendo una base de datos con ellas, dos medios independientes rusos, Mediazona e iStories, han llegado a la conclusión de que el mayor número de bajas en estos ocho meses de guerra ha recaído sobre las minorías étnicas que provienen de las regiones más pobres.

Las que más víctimas han tenido han sido Daguestán y Buriatia. También están sobrerrepresentados sobre el total que representan dentro de la población rusa otras minorías étnicas de áreas pobres como los chechenos, yacutos, tártaros y camulcos, además de kirguís, uzbekos y tayikos. Ha sido en estas regiones donde ha habido un reclutamiento masivo de voluntarios en estos últimos meses al calor de una cifras económicas astronómicas para la economía local por un año de combates.

Por los carteles públicos de reclutamiento que han trascendido, se les ofrecían salarios de 300.000 rublos mensuales -unos 5.000 euros-, además de una serie de beneficios como seguro médico y de vida, ayudas para la compra de vivienda, becas de estudios superiores para los hijos, y un viaje de vacaciones familiar. Algo muy tentador en regiones donde la mera supervivencia es un reto diario para sus habitantes.

Las televisiones rusas han estado justificando el desastre de Jarkov y la retirada su ejército por el hecho de que Rusia ya no está luchando solo contra Ucrania, sino contra toda la OTAN, porque entre los uniformados enemigos había negros que hablaban inglés. Un argumento que recuerda a los comentarios de algunos soldados ucranianos en redes sociales, diciendo que estaban luchando de nuevo contra Atila y los hunos por el aspecto mongoloide de muchos de los invasores.

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Decretos aumentando el salario a funcionarios clave para el reclutamiento

En la Rusia blanca, la europea, la habitada por eslavos, las protestas por el reclutamiento para ir al frente se están multiplicando. Un hecho previsto por los asesores de Vladimir Putin que, consientes de que podían pasar, tenían preparados decretos para aumentar el salario de aquellos funcionarios que son vitales para que este llamamiento a filas salga adelante. Han subido el sueldo este mismo viernes al presidente del Comité de Investigación, al fiscal general, a los jueces, a los miembros de las Fuerzas de Seguridad y a los trabajadores de las oficinas de reclutamiento, entre otros.

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