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Javier Arias Borque

Por qué Rusia ha colapsado en el frente de Jarkov y cómo puede afectar al rumbo de la guerra en Ucrania

La contraofensiva ucraniana era conocida desde hace más de un mes. Se había publicado en los medios occidentales y lo habían anunciado desde Kiev.

La contraofensiva ucraniana era conocida desde hace más de un mes. Se había publicado en los medios occidentales y lo habían anunciado desde Kiev.
Ucrania ha retomado el control de Balakliya, en la región de Jarkov, ocupada por Rusia al principio de la invasión. | EFE

Los militares ucranianos siguen ganando terreno en el noreste de Ucrania. La contraofensiva en el frente de Jarkov -la segunda ciudad del país por número de habitantes- ha puesto de manifiesto, una vez más, los múltiples problemas que arrastra el ejército ruso desde el inicio de la invasión. Y ha servido para dar un impulso más que definitivo a la moral de combate de los ucranianos, a los que la nula resistencia rusa todavía no ha podido poner límites en la zona.

Los datos del terreno ganado en los últimos días evidencian el éxito de las tropas de Kiev, aunque todavía no se han cuantificado cifras reales. La extensión iría entre los 3.000 y los 5.000 kilómetros cuadrados, a la espera de que los grandes think tanks o centros de estudios puedan realizar análisis exhaustivos de la nueva situación. Unos números que pueden ir creciendo en las próximas horas y días.

Pero estas cifras hay que ponerlas en contexto. La extensión de Ucrania es de 600.000 kilómetros cuadrados, sin contar Crimea, anexionada unilateralmente por Moscú en 2014. De esa extensión, hasta el pasado jueves, los rusos y sus milicias aliadas tenían bajo control unos 120.000 kilómetros cuadrados. Es decir, que Rusia sigue controlando casi el 20 por ciento de Ucrania, y eso sin contar la península de Crimea (27.000 kilómetros cuadrados), que Kiev se niega a dar por perdida.

Aunque estos últimos datos puedan hacer pensar que lo logrado por Ucrania es algo menor, también es bueno aportar otros números para calibrar el éxito. Los efectivos militares rusos tan sólo consiguieron ocupar con sus ofensivas del pasado mes de julio unos 150 kilómetros cuadrados. La cifra durante el mes de agosto fue incluso un poco menor. Eran tiempos donde el conflicto estaba enquistado a la espera de la anunciada contraofensiva ucraniana.

Otro dato comparativo más. El terreno ganado por los ucranianos en los cuatro últimos días es superior al que han conseguido ocupar las tropas rusas en todas sus operaciones en suelo ucraniano desde que decidieron cambiar de estrategia y centrarse exclusivamente en el Dombás y en el sur de Ucrania, algo que ocurrió a finales del pasado mes de marzo.

La contraofensiva comenzó en la zona de Jarkov el pasado jueves y los rusos resistieron de una forma más o menos decente hasta el viernes, cuando sus defensas colapsaron como un castillo de naipes y empezaron a huir. Dejaron atrás sus vehículos blindados, carros de combate, camiones de transporte, piezas de artillería, armas y municiones, suministros médicos… para intentar salvar sus vidas. Todo un arsenal que rearma y da más fuerza aún a Ucrania.

Una mujer ucraniana residente en una de las poblaciones liberadas de los ocupantes durante este fin de semana ha explicado al diario estadounidense The Washington Post cómo vieron a los soldados rusos robar ropa de civil y bicicletas para salir de su población, dejando todo el material y sus vehículos militares allí donde estaban. Huir de uniforme o en sus vehículos marcados por la Z les convertía en blancos detectables por los drones ucranianos.

También ha corrido como la pólvora por las redes sociales un vídeo en el que se ve a un carro de combate ruso huir a toda velocidad ante la inminente llegado de los ucranianos. El carro lleva encima a varios soldados que van cayéndose por el camino ante la elevada velocidad que lleva el vehículo. Ni por un segundo el conductor hace ademán de frenar para recoger a sus compañeros. El video ha sido reeditado de forma humorística para humillar a los rusos.

¿Pero cómo ha sido esto posible? ¿Qué ha pasado para que los rusos huyan en desbandada en el frente de Jarkov? ¿No estaban los rusos preparados para una contraofensiva ucraniana que se llevaba anunciando desde hace más de un mes? ¿Qué efecto pueda causar la rotura del frente de Jarkov al resto de frentes? Son muchas las incógnitas que se pueden plantear en estos momentos.

La contraofensiva ucraniana era conocida desde hace más de un mes. Se había publicado en los medios occidentales y lo habían anunciado desde Kiev. De hecho, los primeros ataques se produjeron en las últimas semanas de agosto en el oblast de Jersón. Era en ese punto donde todos los pronósticos apuntaban a que se iba a centralizar la gran contraofensiva. Y Rusia actuó en función a esas previsiones.

Durante agosto, trasladó a sus unidades bien adiestradas y con algo de experiencia en combate desde el frente de Jarkov hacia Jersón, importante para Moscú porque es la llave del agua potable que necesita Crimea y el único camino hacia Odesa. De igual forma, destinó la mayoría de los BTG (grupos tácticos de batallón) que tenía de refresco en la fronteriza Belgorod hacia este oblast –los otros fueron al frente del Donbás–, además de los BTG reconstruidos con los retales de los castigados en combate por los ucranianos.

De este modo, quedaron en el área de Jarkov unidades militares mal adiestradas, con poca experiencia en el combate, tremendamente cansadas y, como es habitual desde el inicio de la invasión el pasado mes de febrero, con una bajísima moral de combate, esencial cuando los militares están en el campo de batalla. Razón por lo que muchos de ellos renunciaron directamente al combate con el enemigo y emprendieron la huida.

Estos militares rusos escaparon del avance ucraniano buscando posiciones más seguras, donde su entrada en combate no pareciese estar destinada exclusivamente a la muerte. Los mandos rusos tratan ahora de reconfigurar un área de resistencia en torno al río Orlik y a las líneas de frente que desde hace varios meses han conseguido asentar en el Donbás, exactamente en el norte de la región de Lugansk, situada al sureste de la de Jarkov.

No está claro si la ofensiva ucraniana en Jarkov ha sido fruto de una ventana de oportunidad que se abrió debido a los movimientos de tropas rusos o ha sido un engaño perfectamente diseñado desde el alto mando ucraniano para que los rusos debilitaran la zona. Desde el Gobierno de Kiev han filtrado a varios medios estadounidenses que se trata de lo segundo, de un plan orquestado por sus generales, pero diversos think tank internacionales se muestran más partidarios de lo primero.

Lo que está claro es que Jersón sigue siendo un punto clave para la contraofensiva ucraniana y lleva atacando a los rusos desde mediados de agosto en la zona, de una forma mucho más intensa en los últimos días. Eso sí, el avance ucraniano es muchísimo más lento en este oblast, aunque poco a poco consigue que los rusos vayan retrocediendo hacia el río Dniéper, donde en agosto les prepararon la trampa de inutilizar los puentes que atraviesan el río, que tiene en algunos puntos hasta un kilómetro de anchura.

Lo que está por ver es cómo va a afectar el colapso de Jarkov en el resto de frentes en los que rusos y ucranianos se baten el cobre. Las hostilidades se mantienen en Jersón y están bastante enquistadas en otras zonas como el Donbás o Zaporiya. Los rusos tienen mejores unidades en los otros frentes, pero con baja moral de combate. Esto hace que en las próximas semanas se vaya a comprobar si Jarkov se convierte en una bola de nieve que se lleva por delante la ofensiva rusa o es solo un pequeño espejismo que solo servirá para mantener alta la moral ucraniana, lo que también es mucho.

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