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Javier Fernández-Lasquetty

La honradez de Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre, la pasada semana
Esperanza Aguirre, la pasada semana | EFE

No me refiero a la honradez personal de Esperanza Aguirre, y a su incapacidad visceral para hacer uso en provecho propio, no ya de un euro de dinero del contribuyente, sino incluso de aquello que ni siquiera cuesta un euro. Fui su jefe de gabinete durante seis años, y les aseguro que he visto decenas de regalos de navidad ser devueltos a sus remitentes, o que viajó siempre en clase turista, aunque la compañía aérea no aplicara sobrecoste por viajar en primera. Podría pasar horas contando anécdotas que son expresiones de la honradez incuestionada de Esperanza Aguirre, que lleva 30 años presentando declaraciones de bienes que atestiguan que no se ha enriquecido nada con sus cargos.

Sí quiero decir algo de la honradez intelectual de una persona que hace lo que los anglosajones llamarían "walk the talk". Es decir, que actúa conforme a sus ideas, y que no se abandona a la cínica comodidad de pensar una cosa y hacer otra diferente. Esperanza Aguirre es una liberal y actúa como tal. No cree que los programas sean para no cumplirlos. No cree que la labor del Gobierno sea regular, sino desregular. Jamás se le ocurrió subir impuestos. Tal vez eso haya sido imperdonable para quienes sí los subieron.

Y también quiero decir algo de la honradez de Esperanza en su relación con la gente. Vivimos tiempos en los que los medios de comunicación ensalzan la capacidad de los líderes políticos para el engaño. Se considera "un magistral manejo de los tiempos" lo que no es sino cobardía para tomar de cara lo que la vida pone en medio del camino. Esperanza Aguirre no ha tenido nunca doblez. No es de nadar y guardar la ropa. Por eso mismo acaba de hacer lo lógico, y su gesto ha resonado como un aldabonazo en la mala conciencia de la política española. Porque lógico es asumir la responsabilidad política cuando una persona que fue directa colaboradora suya parece haber actuado de manera ilegal en sus responsabilidades en el PP de Madrid.

A Esperanza Aguirre no le faltan defectos, como a todo el mundo. Y existe esa responsabilidad política que ella misma acaba de asumir. La corrupción que ha existido nos avergüenza e indigna a todos. Pero también tenía Esperanza Aguirre motivos para ser honrada en el juicio a sus colaboradores. ¿Debería haber bastado la mera insinuación, sin ninguna prueba, para que condenara a colaboradores? Existen conceptos a los que todos nos debemos, y que ella siempre ha respetado: el del derecho a un juicio justo, después de un debido proceso. ¿Sería justo condenar a las personas solo por el hecho de que alguien habla mal de ellas? Esa es una injusticia que Esperanza nunca ha querido cometer, y eso también es ser una persona honrada. Aunque le haya significado que le salieran rana algunas personas en quienes había puesto su confianza.

Pero cuando sobre alguien se ha abierto una investigación judicial, y hay sobre la mesa indicios evidentes, a Aguirre no le tembló el pulso. Hay acusados de corrupción que llevan siete años sin ser juzgados, pero que a ella le duraron una tarde, el tiempo que tardó en ponerles frente a la evidencia y a continuación destituirlos. Porque es una mujer honrada.

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