Menú
Javier Moreno

Un Gobierno insostenible

Lo que es insostenible no es nuestro orden económico capitalista, sino los gobiernos que se dedican a destruirlo bien de golpe, bien poco a poco en nombre de unos ideales que jamás se realizan.

No sabemos muy bien lo que es una economía sostenible, pero podemos tener una razonable seguridad de que sea lo que fuere pronto tendrá su ley. Con ella se pretende, desde el Gobierno de España, establecer un nuevo orden económico. Una pretensión que ilustra al menos dos cosas.

La primera que nuestro presidente ZP cree que todo puede resolverse a golpe de ley, que cree en la omnipotencia de lo legal; algo que implica tener fe ciega en la más que dudosa maleabilidad perfecta de instituciones y personas. 

La segunda que existe un deseo de transformarlo todo de raíz, echando por tierra aquello cuyo funcionamiento se desconoce o no se entiende, por muy bien que haya funcionado en el pasado o siga funcionando hoy en día (y funcionara presumiblemente en el futuro) y sustituyéndolo por cosas más manejables, tales como decisiones políticas (o dicho más apropiadamente: prontos salidos de un estrecho racionalismo).

Podríamos decir que la economía sostenible es, en su definición más ajustada que satisface un pensamiento superficial, una economía orientada al largo plazo y a preservar el medio ambiente. Pero dicha economía sostenible no se puede sostener, por varias razones. Primera que el cálculo económico no puede tener en cuenta determinados plazos si no es asignándoles un coste, tanto más elevado cuanto más largo es el plazo. El coste de hacer sostenible una economía sería insostenible. La economía colapsaría. Y peor si lo que se busca es preservarlo todo, y sin mirar el precio.

La segunda razón son los imponderables. El límite se alcanza cuando dichos imponderables entran en la ecuación política como parámetros insoslayables. Pongamos por caso el cambio climático: el coste de dicha niebla etérea es elevadísimo. La pura palabrería se transforma en dinero contante y sonante que abandona los bolsillos de los que producen para ir a los de aquellos que no lo hacen. Y lo hace en la cuantía que el líder de turno decida que es correcta (debidamente asesorado por algunos sabios circunstanciales al servicio del poder). 

La carga de parásitos es demasiado elevada. En general, en la medida en que una sociedad va prosperando surgen figuras económicas y políticas parasitarias que tienden a chupar de la incipiente riqueza. El gran problema aparece cuando dichos parásitos crecen en número y creen que tienen un derecho inalienable a dicha sustracción. Llega un momento en que consideran que reciben menos de lo que merecen, y que la gallina que pone los huevos de oro lleva dentro un mecanismo oculto para crear la riqueza que a ellos se les niega (es decir, mucho más de lo que generan con su trabajo y sus habilidades). Así que cargan contra el empresario y terminan por matarlo, bien directamente, en una cruenta revolución proletaria, bien poco a poco, por asfixia, robándole todo lo que crea. Al final sólo queda una gallina muerta y ningún mecanismo del que sacar oro, ni huevos. En definitiva, una "economía sostenible".

Lo que es insostenible no es nuestro orden económico capitalista, sino los gobiernos que se dedican a destruirlo bien de golpe, bien poco a poco en nombre de unos ideales que jamás se realizan. 

En Libre Mercado

    0
    comentarios