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Javier Somalo

No al rescate de Sánchez

Más socialista, más obrero y más español que nunca, el PSOE reclama ayuda para librarse de las ataduras antiespañolas.

Más socialista, más obrero y más español que nunca, el PSOE reclama ayuda para librarse de las ataduras antiespañolas.
Pedro Sánchez, en un acto de campaña en Alcalá de Henares. | EFE

El PSOE de Pedro Sánchez –"soy conocido por la frase No es No", dijo en el debate de TVE– pide a los "constitucionalistas" que le libren de las ataduras separatistas. Isabel Celaá se lo ha reclamado al PP y Ábalos, a Ciudadanos. Abstención en la investidura por el bien de España y para no marear demasiado al Rey.

Ahora resulta que el PSOE de Sánchez es la bestia negra de todo nacionalismo, el partido que acabó con ETA gracias al difunto Rubalcaba y que ahora nos trae, en servicio póstumo, la cabeza del asesino Ternera; el partido del que reniega ERC para presidir el Senado, el partido que impedirá la independencia de Cataluña. Más socialista, más obrero y más español que nunca, el PSOE reclama ayuda para librarse de las ataduras antiespañolas. La pelota está en el tejado de PP y Ciudadanos –Vox queda excluido por falta de pedigrí constitucional–, por el bien de España. En boca de la ministra en funciones Celaá:

"Es una cuestión que está en su mano y podría ser un servicio a España, habida cuenta de que nadie duda, ni siquiera estas fuerzas, de que el nuevo Gobierno estará presidido por Pedro Sánchez"

Ya que [PP y Ciudadanos] recuerdan que no se debe contar con las fuerzas independentistas ahora tienen una forma perfecta para poderlo evitar que es absteniéndose en la investidura.

Si tantos males nos puede acarrear un gobierno investido por separatistas, que busque un pacto de legislatura con los constitucionalistas para zanjar, de una vez por todas, el problema de España. Que promueva pactos de Estado y reformas de la Constitución que blinden la norma y permitan, por ejemplo, elecciones a doble vuelta. Si el ciclo político español ha cambiado, que lo haga de una vez sin hipotecas separatistas. Ya discutiríamos después sobre economías liberales o proteccionistas, pero sobre la base segura de un país con estructuras democráticas indiscutibles e inexpugnables.

Pero la realidad es otra bien distinta. El Gobierno que pide librarse de la "dependencia de los independentistas" se sirvió de ellos para estar nueve meses en el poder tras una moción de censura falsamente argumentada en la sentencia del caso Gürtel. Es el mismo Gobierno que ha negado tajantemente la existencia de un golpe de Estado en Cataluña como señaló Carmen Calvo con claridad al criticar a Ciudadanos y PP en octubre de 2018 por ir "por ahí constantemente usando el apelativo de golpe de Estado". Según ella no hubo tal porque no hubo "fuerza", porque "les faltó el arma".

Es el mismo Gobierno que ha desterrado la aplicación del artículo 155, que ha reabierto las embajadas separatistas en el extranjero, rehabilitado las estructuras sociales del golpe como Òmnium Cultural o la ANC; el mismo Gobierno que descartó el delito de rebelión y fulminó por "cuestiones de confianza" al abogado del Estado que se oponía a la rebaja. Es exactamente el mismo Gobierno que se reunió de tú a tú con los golpistas en el Palacio de Pedralbes para montar una mesa de partidos en torno al golpe. Mesa con "relator". Nada de ello le sirvió para aprobar unos Presupuestos Generales del Estado porque el nacionalismo es incompatible con la democracia y vive eternamente de las negociaciones y las prebendas que las acompañan, eternamente en una independencia de facto que ni siquiera requiere asumir responsabilidades ni costes. El hecho de que incumplen las leyes ya parece asumido hace tiempo. Pedralbes era otra negociación para quedarse en La Moncloa hasta 2020. Diálogo por Presupuestos, o sea, por el mero Poder. Y lo que se cediera en la negociación siempre sería lo de menos porque el dinero público no es de nadie pero España es del PSOE.

Si el Gobierno pide ahora su rescate a los "constitucionalistas" es porque se acerca la sentencia del golpe. Y sí, es un golpe. De hecho, se está juzgando y ni siquiera ha concluido. La llamada a los constitucionalistas no es sino el reclamo final de la campaña municipal y autonómica. Con el centro derecha en horas bajas podría haber muchas cosas que negociar a cambio del Falcon. Por eso es fundamental el resultado del 26 de mayo donde las cosas se pueden poner más difíciles para el sanchismo si se sale a votar.

La idea de evitar que el separatismo sea gozne de la gobernabilidad en España sería buena si no la reclamara ahora este PSOE de Pedro Sánchez. Pero reclamar la investidura para gobernar como sabemos, con quien sabemos y contra quien sabemos que lo va a hacer es un insulto. La propia Celaá ha tenido que citar a los "constitucionalistas" sobre la gravedad de pactar con separatistas dejando claro que ellos no opinan igual. Es casi una confesión: si lo critican, que lo faciliten. Pero ellos, no el PSOE.

En el mes de julio Pedro Sánchez será investido, casi con seguridad, en segunda votación donde sólo se requieren más síes que noes. Y no es no.

Como último homenaje a Rubalcaba, ya sabemos lo que no se merece España.

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