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Javier Somalo

Se le está poniendo cara de expresidente

A Sánchez lo empujan al jardín por la escalinata blanca de La Moncloa los de la España vaciada, la llenada, la rebosante, la ausente y la traicionada. Toda ella.

A Sánchez lo empujan al jardín por la escalinata blanca de La Moncloa los de la España vaciada, la llenada, la rebosante, la ausente y la traicionada. Toda ella.
Pedro Sánchez este viernes desde Bruselas. | EFE

Pedro Sánchez no tiene votos suficientes para gobernar, nunca los ha tenido, le faltan muchos. La derecha, por separado, tampoco. Pero la derecha, aunque todavía no se soporta, no va jurando que jamás pactará con su vecino, Vox o PP. En definitiva, el electorado de la derecha está enfadado pero no engañado del todo. El de izquierdas, sí.

El votante socialista metió su papeleta en la urna oyendo a Sánchez, su candidato, decir que por encima de su cadáver iba alguien a sentarse con Bildu; que con Podemos, Orfidal y "no es no"… y que los de ERC eran racistas y xenófobos. Luego llegó la realidad que nos atormenta a todos cada día.

Pero ahora las cosas se tuercen y de verdad. No, la culpa de la gigantesca crisis no es solo de Putin. Los cobardes y mentirosos ya le echan toda la culpa al ruso, como si la factura de la luz no se hubiera reproducido a velocidades de ómicron meses antes del estallido de la invasión. Esos mismos cobardes y mentirosos han aprovechado para hilar que Putin es Vox y que Vox es patrón de los camioneros que sólo se quejan por salir a trabajar pagando en vez de cobrar. Así que si ven un camión haciendo sonar aterradoras bocinas es posible que esté conducido por un mercenario borracho pagado por Roman Abramovich o por el mismo Vladimir Vladimirovich. Había poca vergüenza pero se ha quedado ya a juego con algunas estanterías del súper.

Por cobardía y mentira, que no quede: la Fiscalía europea no persigue a Putin sino a Isabel Díaz Ayuso por vía de su hermano, peligroso oligarca por lo visto. Luego resulta que la Fiscalía europea es la representante española de la Fiscalía europea que, por mera casualidad, es una tal Concepción Sabadell, que fuera fiscal del caso Gürtel, la palanca judicial con la que el PP se dejó echar del poder. A eso nos dedicamos, sobre todo, con enorme valentía. Se ve que las cacerías de antaño, las de Balta y Lola, llegan ya a Europa donde, según dicen, los fiscales delegados no siguen directrices de sus autoridades nacionales, así como la figura de Fiscal General del Estado no depende en absoluto del Gobierno. Pero vamos, nada de nada. Ni se hablan. Ni se conocen. Una cosa así como Dolores Delgado y Villarejo.

Volviendo al caso, como siempre, el iluminado termina quedándose a oscuras, sin saber gobernar, haciendo sonoros ridículos ante el mundo. Ya hasta le abandonan los que le llevaban en andas, los racistas, los del Orfidal, los terroristas de "nunca jamás". Bien es verdad que los que saltan del barco de Sánchez no lo hacen por principios respetables sino pareciéndose ciertamente a los primeros seres vivos que suelen abandonar, por puro instinto, las naves en zozobra. La miseria es aprovechable, eso sí. Porque esto está empujando —afuera— al presidente de las gafas de piloto por la escalinata de La Moncloa, diseñada aposta para escandalosos tropiezos.

Ya hay señales. Se queda solo ante la ley de secretos oficiales, con el Falcon colgando y al albur de otras ocultaciones que han coqueteado con un amplio catálogo de delitos. Las votaciones en el Congreso de los Diputados, en cualquier comisión, son ya de infarto. Podemos se ausenta o se va yendo de tapadillo al grupo Mixto… ya no salen las cuentas. Es como una moción de censura a cámara lenta.

El "relato" de las negociaciones de Mr. Iberia

De un presidente que tiene la mentira por bandera cabe sospechar siempre. Él mismo nos ha concedido ese derecho especial. Y aunque ya no le acompaña el asesor cinematográfico Iván Redondo, lo hace Félix Bolaños, que tampoco anda cojo como guionista.

Este fin de semana había que borrar de una vez por todas la imagen del presidente calimero al que nadie hace caso, el que sale en el margen de la foto, al borde del precipicio protocolario, aquel que persiguió a Biden como si quisiera un autógrafo. Y así, este viernes apareció Míster Iberia, según cuentan, denunciando intolerables filtraciones de medios franceses (¡Sánchez denunciando filtraciones!) que lo acusaban de querer vetar las conclusiones de la cumbre si no se atendían sus demandas. Tal fue la revolución provocada por el presidente español que hubo que recurrir a un receso. Tremendo, ni Aznar cuando prolongaba las cumbres europeas en las habitaciones de hotel y no soltaba a sus presas hasta que le daban lo que pedía. Qué carácter.

Pero el relato no está completo sin un aforismo o una señal de triunfo: "Objetivo cumplido", dijo el presidente tras conseguir que nos controlen parte del invento de la isla energética en la península ibérica, lo que le permitirá hacer, o al menos intentar, lo de siempre: salirse de la ley de forma temporal.

La excepcionalidad es lo que toca: "A partir de hoy —dijo Sánchez— podremos poner en marcha medidas excepcionales y limitadas en el tiempo para reducir los precios". O lo que es lo mismo: intervenir peligrosamente precios sin rigor legal y sin atisbo de legitimidad pero no bajar impuestos para abaratar. Eso jamás.

Es la política económica del mínimo esfuerzo: la subvención siempre antes que el plan, el ingreso público obligatorio por encima del que pueda traer el crecimiento, que requiere confianza, que es una apuesta de futuro, que beneficia directamente a los bolsillos de los individuos y entonces redunda en beneficio general, social: bienestar cierto, no del otro. La ley especial sobre la ordinaria… la democracia como adorno. Las crisis echan a la izquierda, que las provoca. Esta no será distinta.

A Sánchez se lo llevan por delante, políticamente, camioneros, ganaderos, pescadores, agricultores y cazadores. Pero también empresarios autónomos, asalariados del extrarradio a los que aconsejan ir en bici (¿40 kilómetros?) a trabajar porque es verde, saludable y porque los depósitos de combustible de los coches de pronto se han hecho gigantescos y la aguja no sube ni a tiros. A Sánchez lo empujan al jardín por la escalinata blanca de La Moncloa los de la España vaciada, la llenada, la rebosante, la ausente y la traicionada. Toda ella. Pero son todos de extrema derecha y posiblemente prorrusos de hoy, o sea, prosoviéticos de extrema derecha. Ay, qué más pecados tendremos que expiar…

No tengo información contrastada —con este Gobierno, no hay forma— pero huele, y mucho, a crisis de verano. Con lo que le gusta la playa al presidente, con el bronce que coge, lo veo muy nublado. Apuesto a que le queda bien poco, a que no acaba el otoño. Ya estará buscando charlas, actualizando tesis y otros libros autobiográficos de encargo. ¿Será Zapatero su mentor o el headhunter Redondo? ¿Montará acaso un podcast sobre coaching con Iglesias? Asoman canas, nuevas arrugas, gestos amargos propios del paso del tiempo mal empleado. Y además, se le está poniendo cara de expresidente. A partir de ahora, acorralado, mentirá más que nunca, que ya será mentir.

A ver si el Año Jacobeo trae sorpresas milagrosas. Porque se tiene que ir Sánchez pero lo importante es salir de esta, que no es poco. Si hay que hacer el Camino se hace.

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Nuevos añadidos documentales para conocer mejor al sátrapa Putin. Como siempre, con todas las reservas en algunos casos, pero merecen la pena:

-Winter of Fire. Ukraines fight for freedom (2015). Evgeny Afineevsky. Duro documental que relata, siempre con imágenes reales y de buena calidad, las revueltas originadas en la plaza de Maidan y que, tras muchas muertes acabaron con la huida del presidente Yanukovich a Moscú, con su amigo Putin. Disponible en Netflix. Puede encontrarse en YouTube.

-Putin, de espía a presidente (2020). Miniserie de la BBC dirigida por Nick Green. Consta de tres capítulos: El ascenso de Putin, Enemigos y traidores y La política de Putin. Están disponibles en Movistar. Pueden encontrarse en otras plataformas y agregadores de documentales en internet.

-Wagner, los mercenarios de Putin (2022). Ksenia Bolchakova y Alexandra Jousset. Producción francesa cuyo título original es Wagner, l’armée de l’ombre de Poutine. Sobre el supuesto ejército privado y no reconocido de Putin desplegado en lugares estratégicos de todo el mundo, especialmente en excolonias francesas en África. Emitido recientemente en TVE puede encontrarse en su web y en otros agregadores de documentales.

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