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Jesús Fernández Úbeda

La fiesta de la casquería

La sesión de control de este miércoles ha estado llena de desvergüenza y pornografía electoral. El socialista José Luis Aceves, rey del mambo.

La sesión de control de este miércoles ha estado llena de desvergüenza y pornografía electoral. El socialista José Luis Aceves, rey del mambo.
Teresa Ribera, este miércoles, en el Congreso de los Diputados. | EFE

Sin Sánchez, Casado ni Abascal en el hemiciclo, se preveía que la sesión de control al Gobierno de este miércoles sería insulsa, un trámite anodino que serviría para prologar la marimorena parlamentaria de este jueves en la que, presumiblemente, la Cámara Baja aprobará –o no, vaya usted a saber– la nueva reforma laboral que tanto mola a politburó, sindicatos y empresarios garamendistas. A falta de machos alfa, la cosa arrancó con el rifirrafe habitual de las hembras beta, Cuca Gamarra y Nadia Calviño. La primera le preguntó si mantiene que España va bien, tiró de cifras –que si la factura de la luz, que si la inflación, etcétera– y le dijo que el país "no necesita una pitonisa más"; la segunda destacó el "intenso crecimiento económico" y pidió al PP que "apoye la reforma laboral", porque "es el primer paso para luchar contra la desigualdad en nuestro país". Nada nuevo bajo los impactos de bala del 23-F, vaya.

El debate se calentó por eso de que hay elecciones en Castilla y León y, aprovechando la ocasión, sus señorías convirtieron el Palacio de las Cortes en una versión decimonónica del plató de Sálvame pasado por El disputado voto del señor Cayo, de Delibes. La casquería, la desvergüenza y la pornografía electoral aumentaron con el paso de los minutos, si bien nadie brilló en este sentido, o sea, en el más vomitivo de todos, tanto como el diputado socialista por Segovia José Luis Aceves.

Rebobinemos una mijilla. El primero en poner un puntito de nitroglicerina fue Iván Espinosa de los Monteros. En su rifirrafe con la vicepresidenta primera, llamó "cobarde" al ministro de Consumo, Alberto Garzón, ausente en la sesión, en teoría, por haber "dado positivo en covid-19" el pasado 23 de enero –hagan ustedes las cuentas–. Al ministro comunista se le iba a preguntar por lo que declaró sobre las macrogranjas, pero, a diferencia de lo que ocurrió con Igea en el debate del otro día, nadie le puso un plasma para que respondiera. El portavoz parlamentario de Vox sacó a relucir la Agenda 2030 y su peregrinación campañera por Castilla y León, para rematar con un: "Se puede estar con el campo o con la Agenda 2030. Vox está con el campo y, por eso, el campo está cada vez más con Vox". "El campo es absolutamente parte intrínseca de la Agenda 2030", respondió la vicepresidenta Calviño.

Yolanda Díaz dejó en ridículo a Teodoro García Egea y éste, a su vez, le hizo el lío a Macarena Olona. El secretario general del PP cambió hasta tres veces su pregunta, la diputada de Vox por Granada no estuvo al tanto de la última modificación y reprochó a la vicepresidenta segunda que no respondiera al campeón mundial de Lanzamiento de Hueso de Oliva 2008 cuando, en realidad, sí lo hizo. La que, salvo que lo impida la Virgen del Rocío, será la candidata de Vox a la presidencia de Andalucía preguntó a la también ministra de Trabajo "¿en qué beneficiaría esta reforma laboral al sector agrario?". "Lo más cerca que ha estado usted en el campo es en la cola del supermercado o jugando al golf", añadió Olona, quien también aventuró a la vicepresidenta segunda que "no le va a ganar el pulso al mundo rural español". "Ustedes no son un partido del campo, aunque hoy se vistan del campo. Están defendiendo a una minoría que busca privilegios", respondió Díaz.

A partir de entonces, la campaña castellano leonesa cuasi monopolizó la jornada. El popular Tomás Cabezón se lamentó por "la España vacilada por el sanchismo", y su compañera de partido, Milagros Marcos, espetó al ministro Planas que el Gobierno no busca "proteger al lobo": "Ustedes quieren acabar con la ganadería en España. Ustedes prefieren la carne de laboratorio. Los castellano leoneses sabemos quién es el verdadero lobo". En estas, el ya citado Aceves convirtió su pregunta alfombra a Teresa Ribera en un mitin cutre: "Aprovechen estos once días –dijo a la bancada popular–, que llega el cambio y la ilusión". "Gobernar es poblar y el fracaso absoluto de un gobierno es cuando un territorio se despuebla", continuó, mientras algunos diputados le gritaban "sinvergüenza" y pedían "respeto a la sesión de control" a voces. Los del PP aplaudieron con ironía. La vicepresidenta tercera agradeció el masaje y prorrogó el sermón. No sé yo si esto beneficiará a Tudanca. El cineasta Paolo Sorrentino, en su novela Todos tienen razón, escribe: "Queríamos poesía y lo que hemos recogido son achaques". Pues eso.

El popular Pablo Hispán calificó el circo de Aceves y de Ribera como "ridículo". "Estamos aquí para controlar al Gobierno de Sánchez, no a la oposición ni al Gobierno de Castilla y León", dijo con razón. Después, preguntó a Margarita Robles por los planes de Sánchez con Ucrania y tiró de un tópico para intentar hacerse el gracioso, o algo así: "Han pasado del marxismo al camarote de los hermanos Marx, y así les va". Me acordé de uno de los estribillos habituales del maestro Raúl del Pozo: "El primero que dijo el tópico era un genio; el último, un idiota". A la ministra de Defensa se la dejó botando: "Si hablamos de desorden, ¿quieren que les cuente lo que hacen con la señora Díaz Ayuso ustedes?". Lástima que Teodoro no tuviera un gato sobre sus rodillas para poder acariciarlo. Luego, una de Bildu preguntó a Félix Bolaños por los bienes inmatriculados de la Iglesia, y poco más.

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