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Jesús Fernández Úbeda

No te lo perdonaré jamás, Alberto Garzón. Jamás

Mal pinta el festival del que es cabeza de cartel Calviño. Mario Garcés suena a Cicerón y a Churchill ante María Jesús Montero.

Mal pinta el festival del que es cabeza de cartel Calviño. Mario Garcés suena a Cicerón y a Churchill ante María Jesús Montero.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, durante la sesión de control al Gobierno este miércoles en el Congreso. | EFE

De haber(la) vivido, Javier Krahe hubiera incluido la sesión de control de este miércoles, con toda la tropa pro en la jarana de la OTAN, en esa sucesión de torturas que conforman "La hoguera", una de sus canciones más conocidas –al menos, por sus fans–. El pleno de la jornada puede entenderse como una suerte de sacrificio trascendente, de esos que reducen la estancia en el Purgatorio. Sin Sánchez, Abascal, Rufián y demás líderes parlamentarios, los actores secundarios se limitaron, en plan Asensio, a justificar su suplencia con intervenciones anodinas y/o zafias –con la excepción de Mario Garcés, el mejor, y de lejos, orador de la bancada pepera–. Ni siquiera el ministro comunista de Consumo, al que, cuando agonizaba el circo, se le preguntó por la Alianza Atlántica, dio una mijilla de espectáculo bolchevique. No te lo perdonaré jamás, Alberto Garzón. Jamás.

Mal pinta el festival del que es cabeza de cartel Nadia Calviño. Jaime de Olano denunció que el Ejecutivo quiere un "INE a la carta al estilo del CIS de Tezanos": "Su único proyecto es mantenerse en Moncloa y, para ello, no dudan en buscar un control partidista de las instituciones del Estado". Paren rotativas, no te jode. La vicepresidenta primera se escudó en la bajada del IVA y en el ingreso mínimo vital. Espinosa de los Monteros: "Ustedes lo arrasan todo. Están de salida y, en su huida hacia el monte, se lo quieren llevar todo". Preguntó cómo repercuten en la economía patria los errores en política exterior del Gobierno. Respondió su interlocutora: que si la OTAN, que si Biden nos ha pasado la mano por el lomo. El portavoz de Vox: "El triángulo mágico no cuela. No es la ultraderecha, no es el virus, no es Putin: son ustedes". El estribillo ya cansa, ¿no? Edmundo Bal: "Ustedes están convirtiendo España en una terminal política del PSOE". Calviño: "Yo no he presionado ni he cesado al líder de una institución independiente. Vamos a lo que nos preocupa: ¿van a apoyar o no el decreto ley?".

Mario Garcés, decía, sonaba a Cicerón y a Churchill en su vis a vis con María Jesús Montero, tan mariajesusmontero –habría que adjetivar su nombre para calificar su habla– como siempre. El diputado del PP se refirió a la "decadencia e incompetencia" del PSOE, preguntó por la "baja ejecución de los fonos de rescate" y describió la faena de Indra como "el mayor ataque a la libertad de prensa en los últimos años". "No han sabido gestionar un fondo de rescate, pero no van a encontrar a nadie que les rescate del fondo de la Historia donde se han metido", remató. La ministra de Hacienda, por su parte, se refirió a la formación genovesa como "inutilidad y antigualla" y pidió al principal partido de la oposición "que respete el reglamento: si quieren preguntar por Indra, pregunten por Indra". Los de Cs, tras escuchar esto, se descojonaron.

Bermúdez de Castro preguntó a Marlaska por el asalto en la valla de Melilla y éste le regateó con mucha educación, pero de una forma obscena. Jon Iñarritu, de Bildu, le reprochó la treta: "Ya se lo han preguntado, pero se ha escapado como Houdini". Pidió una "valoración, desde el punto de vista policial, de lo ocurrido el pasado viernes en la frontera con Marruecos". El ministro del Interior dio el pésame a las familias de los muertos y pidió "empatía con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado" y "empatía con los gendarmes marroquíes". "Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado cumplen escrupulosamente la ley", añadió después, y hasta luego, Lucas.

Gil Lázaro, con el tono habitual suyo de general decimonónico que está a punto de encabezar un pronunciamiento, preguntó a Félix Bolaños qué opina del clima social, por eso de que la ciudadanía rechaza la gestión del Gobierno y demás. El ministro de la Presidencia, a su bola: "Recuerdos a su compañera, la señora Olona, que sigue siendo diputada de esta cámara para cobrar, no para venir a trabajar". Luego dijo no sé qué tontería del Orgullo Gay y el orgullo ultraderechista. Para lo que hemos quedado.

Concluía la burda astracanada con una batería de preguntas del pepero Pedro Navarro a Alberto Garzón: que si sigue pensando que la OTAN es una "alianza criminal", que si "cree que sus compañeros del PSOE apoyan a una ‘organización terrorista legal’", que si "cree que el presidente del Gobierno de España es un ‘señor de la guerra’". Continuó señalando que el pacifismo del ministro de Consumo está con Fidel Castro, con el Muro de Berlín y con dos genocidas –no aclaró quiénes– "culpables del asesinato de 23 millones de personas".

Y, a ver, uno no contemplaba que Garzón soltara en sede parlamentaria que la OTAN es una legión de demonios y que Stoltenberg está poseído por Belcebú o Elisa Beni, pero, ay, iluso, sí esperaba un poquito de sal roja y de pimienta marxista-leninista en la respuesta. El líder de IU, como dice Raúl del Pozo, "parecía un diputado de UCD" más que un agitador de masas: "Mi organización ha pensado que la mejor forma de preservar la paz es garantizar la autonomía de los países europeos". El titular de la cartera de Consumo concluyó con un rollo sobre la seguridad como "concepto civil" vinculado a la miseria y al cambio climático. En fin, movidas de las suyas. El conciertaco que Calamaro celebró en la noche del martes fue una especie de clonazepam preventivo. Bendito sea.

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