El partido entre Barcelona y Bayern ha sido uno de esos que te hacen disfrutar como espectador, desde el primer momento además, con el Barça presionando muy arriba al rival, buscando los espacios que generaba la propia ubicación de los alemanes sobre el césped durante casi toda la primera mitad.
Tras el descanso, el Bayern consiguió quitarle la posesión al Barça, al que vimos pasar por sus peores momentos de juego… hasta que apareció Messi. El argentino volvió a dar un recital. Por posición, por finalización, por prácticamente todo, es único en el mundo. En la recta final, a lomos de Leo, vimos un Barça en plan campeón frente al Bayern, que se volvió un poco loco tras el primer gol y que comenzó a jugar casi como si fuera el partido de vuelta, algo que aprovecharon los azulgranas para aumentar la diferencia.
Los jugadores del Barça estaban muy metidos en el partido. Se notaba en las celebraciones de los goles. Están en su mejor momento de la temporada. Han dosificado y evolucionado bien y han llegado a punto a esta fase, cuando lo anímico es lo realmente importante, porque todo está más que trabajado ya.
Merece una mención el trabajo de Luis Enrique. Cuando llegó al cargo, tenía una tarea complicada tras el difícil año pasado, con el nombre de Guardiola siempre a la vuelta de la esquina a poco que las cosas se torcieran. Su idea ha sido muy clara desde el inicio, y eso le generó momentos muy difíciles. Pero, tras lo ocurrido en Anoeta, el grupo salió adelante y ha terminado por cohesionarse. En cualquier vestuario hay presión durante la temporada. Pero si sales de ahí, la unión del núcleo te hace vencer cualquier situación. Y es lo que le ha pasado a este equipo que está muy cerca de Berlín, aunque, por descontado, la vuelta en Múnich no será ni mucho menos un paseo.