Menú
John Blundell

¿Por qué funciona la globalización?

La motivación de muchos políticos es ayudar a los pobres y el medio generalmente escogido por ellos ha sido algún partido de izquierda. Vale la pena aclarar que las buenas intenciones no aseguran buenos resultados.
 
Aunque se puede discutir sobre tasas de impuestos y volumen de regulaciones, está ampliamente comprobado que todas las economías exitosas son capitalistas y abiertas al resto del mundo. Ello debe aumentar nuestro optimismo respecto al futuro, a la vez que nos duele ver la miseria del Tercer Mundo.
 
La humanidad está dividida en unas 200 unidades diferentes llamadas estados. Los situados en América del Norte y Europa prosperan, mientras que la mayoría de aquellos en Sudamérica y África no tienen instituciones exitosas. Los horrores del Sudán y Zimbabwe son claros ejemplos de un gran fracaso. Un estado incompetente, ladrón y hasta asesino puede aplastar con impunidad a su gente. Prácticamente la mitad de la humanidad vive en la miseria y por más que queramos ayudarlos es poco lo que podemos hacer y la “ayuda externa” generalmente es utilizada para afianzar los malos regímenes.
 
El recién publicado libro de Martin Wolf, Why Globalization Works (Por qué funciona la globalización) me ha hecho pensar sobre estos temas. Wolf argumenta que aceptar la soberanía de estos horribles estados imposibilita ayudar a sus pueblos atrapados. Es más, así empeoramos la situación en lugar de mejorarla. En las naciones desarrolladas gastamos siete veces más subsidiando a nuestros agricultores que en financiar el desarrollo de los países pobres. La esperanza para un ciudadano de Albania, Nigeria, Paraguay o Bangla Desh es emigrar a una economía capitalista, pero entonces imponemos barreras a la migración.
 
Por su parte, Rosemary Righter describe a los enemigos de la globalización como grupos contradictorios de izquierda y derecha, proteccionistas y ambientalistas, nacionalistas y anarquistas, junto a los restos del radicalismo chic de hace medio siglo.
 
Los historiadores consideran la fragmentación de la Europa medieval como un gran golpe de suerte. Europa dejó atrás a China, a la India y al mundo islámico que habían sido más adelantados hace mil años. La autoridad descentralizada en Europa era única. Esto creó la competencia entre los gobernantes y esa fragmentación del poder permitió la definición y defensa de la propiedad privada y, por lo tanto, el surgimiento de los mercados, los cuales requerían leyes claras y estables. El sistema judicial independiente fue un adelanto importantísimo. El imperio de la ley estuvo ausente en China, Mongolia y el imperio otomán. Hoy las naciones tienen que estar alertas para que nuevas leyes no penalicen o restrinjan el trabajo de la gente. El intercambio comercial se ha convertido en un espejo donde los gobernantes pueden ver reflejadas claramente sus equivocaciones.
 
La creación triunfante del mercado global victoriano colapsó ignominiosamente después de la Primera Guerra y no revivió sino hasta terminada la Segunda Guerra. Yo soy optimista porque hemos logrado el libre intercambio de ideas y de información. Los gobernantes pueden tratar de impedir este tráfico de ideas, pero la gente entonces se burla de ellos. Hoy quienes más ayudan al prójimo no son fundaciones caritativas sino empresas multinacionales que mantienen abiertos y funcionando a los mercados.
 
Un peligro es la creencia que la liberalización del comercio tiene que ser mutuo. Bajamos nuestros aranceles sólo si el otro país rebaja los suyos. Singapur y Hong Kong siguen siendo los únicos exponentes del ideal de Adam Smith por su exitosa liberalización unilateral que ha beneficiado tanto a sus habitantes.
 
La gran aventura de hoy en día es conocer, hablar y comerciar a lo ancho y largo de nuestra villa global. Los tontos, verdes y proteccionistas echan de menos la Edad de Piedra, pero el futuro es el comercio y también es la única manera de que los más pobres del mundo surjan de su actual miseria.
 
© AIPE
 
John Blundell es director general del Institute for Economic Affairs de Londres

En Libre Mercado

    0
    comentarios