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John Stossel

Los muchos mitos del etanol

Quien no esté dispuesto a sacrificar niños en el altar del dios maíz, no tendrá en las primarias de Iowa más del 1% de los votos. Ahora mismo, en los Estados Unidos lo más parecido que hay a una religión de Estado no es el cristianismo. Es el maíz.

No hay duda de que si hubiera un concurso de Miss Energía, la señorita Etanol ganaría de calle. A todo el mundo parece gustarle. "Hay que incrementar la disponibilidad del etanol", asegura Hillary Clinton. "El etanol tiene mucho sentido", afirma John McCain. "La economía del etanol tiene cada vez más sentido", argumenta Mitt Romney. "Tenemos que ponernos serios con el etanol", dice Rudolph Giuliani.

A los medios también les encanta el etanol. 60 Minutos lo llamó "la solución". Clinton, Romney, Barack Obama y John Edwards no sólo están seguros de que el etanol es la panacea que nos dará energía barata, pondrá fin a nuestra dependencia de los jeques petrolíferos de Oriente Medio e invertirá el calentamiento global. También quieren que usted y yo, como contribuyentes, lo subvencionemos.

Cuando todo el mundo que tiene que ver con la política se está subiendo a un tren como el del etanol, yo comienzo a plantearme si tendrá algo malo. Y lo tiene. Aparte del hecho de que el etanol procede del maíz, nada de lo que le hayan explicado sobre él es cierto. Como decía Jerry Taylor, el experto en energía del Cato Institute, en el reciente programa Mitos de 20/20, la defensa del etanol se basa en una docena larga de fábulas.

Primero una cuestión simple. Si el etanol fuera tan bueno, ¿por qué iba a necesitar de subvenciones gubernamentales? ¿Los productores no deberían estar ansiosos por fabricarlo, sabiendo que consumidores contentísimos les recompensarán con astronómicos beneficios? Pero resulta que los consumidores nos les premiarían jamás porque sin subsidios el etanol costaría mucho más que la gasolina.

La afirmación de que emplear etanol ahorrará energía es otro mito. Los estudios demuestran que la cantidad de energía que produce el etanol y la cantidad necesaria para fabricarlo son aproximadamente la misma. "Se necesita un montón de combustible fósil para fabricar el fertilizante, hacer funcionar el tractor, construir los silos, llevar ese maíz a una planta de procesamiento y hacer funcionar ésta ", dice Taylor. Y dado que el etanol se degrada, no puede viajar por los oleoductos del modo en que lo hace la gasolina. Así que se necesitan muchos más camiones grandes y contaminantes para transportarlo.

Pero hay más malas noticias: el exagerado interés por el etanol ya ha provocado un brusco aumento del cultivo de maíz, lo que se traduce en un incremento en el terreno que se emplea para la agricultura. Esto obligará a usar mucho más fertilizante, más agua y más pesticidas. ¿Es esto lo que convierte al etanol en "la solución"?

Pero al menos eliminará nuestra dependencia del petróleo de Oriente Medio, ¿no? Si eso al menos fuera cierto, ¿no valdría la pena afrontar los demás costes? El problema es que se trata de otro mito. Un estudio de la Universidad de Minnesota demuestra que incluso dedicando todo el maíz de Estados Unidos al etanol, sólo se cubriría el 12% de nuestra demanda de gasolina. Como dijo Taylor en una conferencia sobre energía el pasado marzo, "para que el etanol producido con maíz desplace por completo al consumo de gasolina en este país, necesitaríamos dedicar todas las tierras de cultivo de los Estados Unidos a la producción de maíz y añadir a toda esa tierra un 20% más ".

Vale, pero recortará drásticamente la polución del aire, ¿no? Error de nuevo. Los estudios indican que la mezcla estándar de 90% de etanol y 10% de gasolina contamina más que la gasolina.

En tal caso los defensores del etanol tendrán que estar en lo cierto cuando aseguran que reducirá los gases de efecto invernadero y ayudará a dar marcha atrás al calentamiento global. Tampoco. "Prácticamente todos los estudios demuestran que los gases de efecto invernadero asociados al consumo de etanol son a grandes rasgos los mismos que los de la gasolina convencional una vez examinados los ciclos de vida medios de ambos combustibles", dice Taylor.

Ciertamente el etanol tiene que ser bueno para algo. Y aquí encontramos por fin un hecho. Es ciertamente bueno para algo  o, al menos, para alguien: los granjeros del maíz y quienes se dedican a producir etanol, como Archer Daniels Midland, la gran procesadora de productos alimenticios conocida por su destreza a la hora de hacerse con el dinero de los contribuyentes. Y es bueno para los aspirantes presidenciales hambrientos de votos. Iowa es un estado clave en los prolegómenos a la nominación presidencial y todos sabemos qué se cultiva en Iowa. La senadora Clinton votó en 17 ocasiones contra el etanol hasta que empezó a competir para convertirse en presidenta. ¿Coincidencia?

"No es ningún misterio que la gente que quiere ser presidente apoya el programa de etanol del maíz", dice Taylor. "Quien no esté dispuesto a sacrificar niños en el altar del dios maíz, no tendrá en las primarias de Iowa más del 1% de los votos. Ahora mismo, en los Estados Unidos lo más parecido que hay a una religión de Estado no es el cristianismo. Es el maíz."

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