Menú
Jorge Alcalde

El universo se muere

Cuando en 1856 el físico Hermann von Helmholtz quiso poner un título popular a la segunda ley de la termodinámica no se le ocurrió otra cosa que "el Universo se muere". Evidentemente, no se trataba de un diagnóstico de urgencia, sólo se limitaba a advertir, por primera vez en la historia de la ciencia moderna, que entre los múltiples destinos posibles del cosmos uno podría consistir en una muerte fría y oscura por falta de calor y de energía. EnLos últimos tres minutos, Paul Davies (el Carl Sagan australiano) se detiene a explicar cómo podría ser ese final galáctico, afortunadamente lejano: dentro de eones.

Pero para ello debe sentar algunas bases didácticas que, no por repetidas, dejan de ser necesarias en todo libro de divulgación cosmológica que se precie. Así, a través de un relato salpicado de leves dosis de narración literaria, Davies repasa conceptos como Big Bang, inflación, radiación de fondo cósmica, neutrino, cuanto, infinito... y toda la iconografía de la astronomía moderna. Lo hace al modo seductor y sencillo que sólo saben pulsar los grandes divulgadores (de ésos que sólo existen cuatro o cinco en el mundo).

Es éste un libro que fascinará al amante de la investigación cosmológica, aunque sea novel, y que entretendrá a los más duchos en la materia. Quizás haya que reprochar al autor una innecesaria concesión al antropocentrismo cuando pretende situar el futuro del universo en una escala de tiempo compatible con la evolución humana. Igualmente, la lectura de los capítulos centrales le obligan a pensar a uno que no hay cosa más difícil de digerir que los conceptos de la física cuántica, apenas comprendidos bien por los propios físicos. Se hace necesario un nuevo aparato de metáforas que mejoren las comparaciones clásicas a todas luces insuficientes para el lector medio. Davies tampoco es capaz de bajar el nivel para explicarnos qué demonios es eso de la nada cuántica, por ejemplo.

En cualquier caso, se trata de una obra breve, amena, enriquecedora y por momentos intensa a pesar de que haya que luchar a lo largo de toda ella con el terrible engorro de la última frivolidad de los traductores. Resulta que al de esta obra en cuestión se le ha ocurrido traducir Big Bang por "el gran pum" y, a pesar de que la documenta en la consabida N. del T. con referencias incluso a Octavio Paz (gran amante de la divulgación científica, por cierto) la verdad es que la ocurrencia no deja de mover a la risa. Un desatino que, a la postre, distancia una barbaridad de la atmósfera emocionante del libro.


Paul Davies,Los últimos tres minutos, Debate, 2001, 175 páginas.

Más libros en:El Semanal de Libertad Digital

En Tecnociencia

    0
    comentarios