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Jorge Alcalde

Escepticismo militante

Ignoro por qué los editores de la última y famosísima obra (en Estados Unidos) de Robert Park han decidido traducir su título comoCiencia o vudú, en lugar deCiencia vudú, sin conjunción disyuntiva, como impone el original en inglés. Una “o” de más tiene aquí su importancia, porque la intención del catedrático de Física de la Universidad de Maryland al decidirse a contar sus experiencias con la divulgación científica de grandes públicos no era distinguir entre lo “fetén” y lo “ful”, entre la ciencia y la pseudociencia, sino avisar al lector sobre los peligros derivados de la mala divulgación. No es ciencia frente a vudú; es, insisto, ciencia vudú.

Salvada la traición traductora del título, la obra es una divertidísima sucesión de anécdotas, acontecimientos, noticias y denuncias; una crónica del desatino, un recorrido por lo muchos métodos que la sociedad hiperinformada utiliza para generar bulos, falsas creencias, errores, fraudes relacionados con la ciencia y la tecnología. Algunos de los casos expuestos tuvieron gran repercusión en Estados Unidos, pero no son muy conocidos en Europa. Otros, como las noticias sobre colonias de extraterrestres en Marte, las promesas de la fusión fría, los múltiples hallazgos de propiedades cuasimágicas de los genes, los poderes de la mente o las curanderías varias, gozan de fama internacional.

Está bien que, de cuando en cuando, lleguen a nuestras librerías estos soplos de escepticismo militante. Se impone, frente a la estulticia generalizada de los horóscopos y las echadoras de cartas, la voz de un científico que nos recuerde que una explosión de supernova, la visión de un protozoo al microscopio o las maravillas del clima son mucho más fascinantes y misteriosos que las historias de parapsicología y ectoplasmas. Y, para colmo de gozo, son reales.

Pero he de reconocer que no soy muy optimista en cuanto al éxito de este tipo de iniciativas. Será porque uno tiene ya cierta experiencia en el combate cuerpo a cuerpo por esos medios de comunicación de Dios frente a astrólogos, adivinos, ufólogos y abducidos varios tratando de salpimentar con un poquito de razón científica el agujero negro de las mancias. Y al final, después del derroche de saliva e ingenio que cada cual es capaz de aportar, se vuelve a casa con la misma sensación, “si, al menos, esto ha servido para que la mitad de la audiencia haya descubierto que hay unos señores llamados científicos que no están de acuerdo con las tesis del todopoderoso Rappel, podemos darnos con un canto en los dientes”. Porque tal es la presencia de la ciencia vudú en los medios de comunicación que ha terminado por parecer que los locos son los que no creen en ET.

Robert Park pertenece a ese grupo de locos dispuestos a discutirle pensamiento único de la pseudociencia. Que no le pase nada.


Robert L. Park, Ciencia o vudú, Grijalbo, Barcelona 2001, 326 páginas.

Más libros en:El Semanal de Libertad Digital

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