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Jorge Soley

A la espera de New Hampshire

Se ha abierto la veda. Todo vale para destrozar a Cruz. Incluso hay quien dice que es preferible Trump

Este martes tendrá lugar en New Hampshire el segundo episodio de las apasionantes primarias norteamericanas. Nos encontramos ante un estado más escorado hacia la izquierda que Iowa, lo que favorecería, en el lado demócrata, a Bernie Sanders y penalizaría, en el lado republicano, a Ted Cruz. Las encuestas disponibles nos hablan de una ventaja de Sanders de casi 17 puntos y de Trump de 16, con Rubio como segundo clasificado. Pero las encuestas son eso, encuestas, y en Iowa no andaron muy finas a la hora de reflejar los resultados reales.

Mientras esperamos, podemos aprovechar para ponernos al día.

Por un lado, las retiradas. Si por parte demócrata el abandono de O'Malley ha convertido las primarias en un duelo Bernie-Hillary, la mucho más concurrida carrera republicana ha registrado esta semana varias bajas: Rand Paul, Mike Huckabee y Rick Santorum, que ha dado su apoyo a Marco Rubio. ¿A qué candidato apoyarán los partidarios de quienes acaban de abandonar? No existe un trasvase automático, ni mucho menos, y tampoco los seguidores de un candidato le siguen al cien por cien cuando da su endorsement a otro. A priori Cruz podría ser el más beneficiado por el carácter conservador de Santorum y Huckabee. ¿A quién apoyarán los libertarians? Ni Trump ni Rubio parecen muy atractivos para esta colectivo.

Como decíamos, la batalla por la candidatura demócrata está siendo mucho menos apasionante, con dos candidatos muy claros. Por el contrario, la lucha en el bando republicano ha sido mucho más intensa hasta ahora: una multitud de candidatos, debates durísimos, encuestas que suben y bajan... ¿Casualidad? No del todo, sino el reflejo de un partido que ya no es la plataforma unitaria de los tiempos de Lincoln que la estructura (por cierto, mucho más ligera y con menos poder que la de cualquier partido político español), el famoso establishment, intenta mantener. El GOP es una federación de corrientes con puntos comunes, pero a menudo con posiciones antagónicas en otros aspectos: conservadores, libertarians, neocons e incluso personajes que no desentonarían en el centroderecha español, los country club republicans. De vez en cuando aparece alguien con la habilidad para aglutinarlos en torno a un proyecto, Reagan, por ejemplo, con su gran tienda en la que todos podían encontrar un lugar lo suficientemente cómodo. Lo que algunos ven como la descomposición del GOP, otros lo ven como una sana competencia ideológica que renueva y vigoriza el partido. ¿Quién tiene razón? En ausencia del líder capaz de cohesionarlos, probablemente los primeros, pero si surge ese líder la respuesta es sin duda la segunda. En eso estamos, a la búsqueda del candidato que pueda conseguir el apoyo entusiasta de todas las familias ideológicas del centroderecha estadounidense. Quien lo consiga, si es que alguien es capaz de hacerlo, se convertirá en un rival difícil de batir.

Por otra parte, en estas elecciones, en las que las grandes figuras son un multimillonario, una mujer, un anciano socialista y dos hispanocubanos, destaca la ausencia de tensión racial y el, hasta el momento, escaso protagonismo de la comunidad afroamericana, únicamente representada por el médico y candidato pro vida Ben Carson, que consiguió el 9,3% de los votos en Iowa. Como escribía R. Reno, el editor de First Things,

el terremoto político actual no es el resultado de las tensiones entre votantes blancos y negros, marrones o amarillos... El populismo que vemos surge de la colisión entre los blancos que prosperan en la economía global y los que no.

Otro apunte. Una de las claves de la disputa republicana consiste en las posturas anti o pro establishment. Trump sería anti, mientras que Marco Rubio cada vez se consolida más como la alternativa realista apoyada por el aparato del partido. ¿Y Cruz? Aunque inicialmente se veía con buenos ojos su capacidad para frenar a un Donald Trump que les aterrorizaba, ahora que ha conseguido hacerlo empieza a ser visto por el mismo partido con incluso mayor aprensión que Trump. Esta semana han salido en tromba, mostrándonos a un Cruz egocéntrico, individualista, soberbio, fanático... hasta han recuperado a un antiguo compañero de habitación de la época universitaria que ha declarado que Cruz olía mal. Se ha abierto la veda. Todo vale para destrozarle. Incluso hay quien dice que es preferible Trump, que ya se sabe de qué pie cojea, que un incorruptible Cruz. Pero claro, lo dice con la boca pequeña, confiando en no tener que elegir entre ninguno de los dos.

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