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Jorge Valín

Más amnistías fiscales y menos condonaciones

¿Qué tiene de malo que el Estado ingrese menos? Más bien sería una bendición ya que el Gobierno siempre derrocha el dinero ajeno.

Así se resume la economía española: desempleo que roza el 20%; déficit público de casi el 9%; el PIB ha disminuido siete puntos desde 2007 y aún estamos en recesión. Somos los últimos de Europa en casi todo. A estas cifras se suma la que anunciaron el martes los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha). La economía sumergida subió hasta el 23,3% del PIB en 2009. En este periodo no se declararon casi 20.000 millones de euros.

¿Qué hace el Gobierno o la oposición para solventar tantos problemas? En 2007 el Ejecutivo actual condonó toda la deuda a los países pobres. Fueron más de 3.500 millones de euros. Este mismo año, Zapatero ha condonado a Evo Morales más de 60 millones de euros. Tal vez lo hizo porque Morales hace la vida imposible a las empresas españolas afincadas en Bolivia o porque insulta a los españoles cada vez que viene a España.

La generosidad de Zapatero con el dinero que no es suyo ha continuado. En los próximos tres años, el presidente del Gobierno donará 300 millones de euros para que los países pobres hagan frente al cambio climático. En la cumbre de Bruselas, los miembros de Unión hicieron algo similar, pero a lo grande. Donaron 7.000 millones de euros hasta 2012.

Tanta generosidad con dinero ajeno contrasta fuertemente con otros problemas más reales. Ahora la UE se ve incapaz de dar un solo céntimo a Grecia para salvarla de su hecatombe. Son incapaces de hacer una hoja de ruta para el país heleno, pero todo el mundo cree que sí la pueden redactar para los países en desarrollo con el mero hecho de regalarles millones y millones de euros a paladas sin ningún control ni supervisión. La ayuda exterior ha sido la excusa perfecta para saciar el gasto desmedido del Estado a costa de nuestro bienestar material.

Los problemas pueden tener solución ahora mismo pensando en clave práctica en lugar de en los votos. Si España tiene una economía sumergida superior al 23%, es que hay un gran problema con los impuestos en este país. Aumentarlos en épocas de crisis como hace el Gobierno sólo logrará que empeore la situación. La economía sumergida se mueve en un entorno libre que no daña al país en tanto que produce con menos costes y puede vender más barato o esquiva las arbitrariedades legales del político, pero tiene un coste de riesgo altísimo que la limita y dificulta. En lugar de ir regalando indecentes cantidades de dinero a causas políticamente correctas, ¿no sería mejor aprobar una amnistía fiscal para los empresarios "sumergidos" de este país para que entraran en la economía formal?

Redondeando la situación y para impulsar la producción, creatividad empresarial y empleo, el Gobierno podría eximir de impuestos a todas las empresas de nueva creación. Al menos mientras dure la crisis. En esta línea, también podría pensar que de las grandes empresas cuelgan muchas otras de todos los tamaños. Si les reduce o elimina los impuestos –al menos provisionalmente– la economía se disparará, aumentarán los beneficios empresariales, las retribuciones que percibe la gran parte de la sociedad que invierte en acciones, fondos y otros productos aumentará y el desempleo disminuirá drásticamente en muy poco tiempo.

Una de las críticas que tiene la reducción o eliminación de impuestos es que reduce la capacidad de maniobra del Estado. Todo el mundo cree que no se harían puentes, carreteras o que nadie cobraría la pensión. Bueno, en este país vive mejor un preso –a los que el Gobierno destina 20.000 euros anuales– que nuestros ancianos con una pensión mínima. El Estado le dedica más dinero al reo que a los jubilados. Tal vez la solución de los pensionistas sea agredir a policías para ingresar en la cárcel y mejorar así su nivel de vida. A esto se le llama Estado del Bienestar (debe ser para los presos).

Aunque el Gobierno mermase temporalmente sus ingresos, ¿dónde está el problema? Zapatero ha destinado 100 millones de euros al Plan E que no es más que una carísima subvención encubierta para ganar votos que no generan producción alguna. Levantar aceras para recomponerlas no nos hace más competitivos ni productivos. En medio de la crisis se gastan más de 1.500 millones de euros en un tren (eso son muchos impuestos de su bolsillo). Ha destinado más de 6,5 millones de euros al Banco Asiático de Desarrollo (tiene gracia que Zapatero le saque el dinero al español que no llega a final de mes para dárselo a una organización que no deja de ser un banco). Sanidad, que sólo es conocida por la desidia de sus trabajadores y colas, ha regalado 190 millones de euros a ONGs que él mismo escoge (evidentemente serán todos amiguetes). También ha dado 48 millones de euros a la ONCE. Son muchos millones para regalaros a una sola organización. El colmado que tiene usted en la esquina, no sólo no verá un céntimo del Estado, sino que la "generosidad" política le despoja día a día de sus pingües beneficios.

Y luego ya vienen esos gastos típicos del Gobierno. 845.000 euros para "investigaciones feministas". 3,35 millones de euros en centros de menores en Marruecos que nadie va a controlar. Los menores de aquí, que se busquen la vida (y desgraciadamente ya lo hacen robando en las calles). 400 millones de euros para impulsar el hedonismo y la baja producción y así comprar descaradamente más votos. Un lobby de los actores se lleva 67 millones de euros. Y en fin, una lista interminable. Pero interminable de verdad.

Viendo esto, ¿qué tiene de malo que el Estado ingrese menos? Más bien sería una bendición ya que el Gobierno siempre derrocha el dinero ajeno, el que nos saca mediante la fuerza y coacción para distribuirlo a sus votantes, amigos y para la compra de emociones baratas. ¿Por qué no hacer algo útil de verdad? Amnistía fiscal a las empresas que están en la economía sumergida, menos impuestos para todos, menos regulaciones y menos multas recaudatorias. Rápidamente veríamos los frutos: más riqueza, más producción, más empleo y un mejor porvenir para todos.

En Libre Mercado

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