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Jorge Valín

Una buena obra cada día

La solidaridad es un acto voluntario que, en un mundo puramente capitalista, desarrollamos cada día trabajando en empresas privadas para la sociedad y no contra la sociedad como hace el estado mediante leyes

¡Hay que ser solidarios nos guste o no! Lo dice el gobierno, los políticos, los actores, los telediarios… Ellos le dirán, las leyes que restringen nuestra libertad individual las crean los burócratas por solidaridad, no por los intereses de los grupos de presión. Los impuestos los exige el estado por solidaridad, no para favorecer a unos sectores concretos en detrimento de otros. Solidaridad es hoy día, el acatamiento al poder hegemónico del estado bajo la amenaza de la fuerza. Pero cualquier tipo de solidaridad que sea impuesta bajo amenazas de prisión, multas o fuerza física únicamente es represión y extorsión: ¡esa es la solidaridad del estado!
 
Por el contrario, el libre mercado crea un sistema de solidaridad voluntaria que nos beneficia a todos. Aquel que trabaja en una empresa privada para ganar un sueldo, o que tiene su propio negocio, está haciendo una obra de caridad diaria. Y esta consiste en un objetivo harto difícil: satisfacer al cliente. Cualquier empleado no trabaja para su empresa en última instancia, sino para el cliente, y nosotros (así como él) somos clientes.
 
Llamamos a esta forma de trabajar atención u orientación al cliente. Es el lema y objetivo de cualquier empresa privada, totalmente opuesta a la de los funcionarios.
 
Uno de los mayores economistas del siglo XX, Ludwig von Mises, lo denominó “la soberanía del consumidor”: es el consumidor quien dicta qué ha de vender la empresa, en qué cantidad y de qué calidad. A la vez esta empresa de consumo busca los mejores y más baratos proveedores, y éstos a su vez a otros proveedores… El que mejor satisface a su cliente, gana temporalmente una implacable batalla comercial dando a la comunidad lo que más valora al mejor precio.
 
En este proceso somos trabajadores, consumidores, capitalistas (en cuanto ofrecemos “capital humano” para el trabajo, o invirtiendo en otras empresas). Al estado y grupos de presión tanto les da qué quiere la gente, ellos no dependen de clientes, sólo usan la fuerza contra todos nosotros enfocando la producción de los demás a su antojo: impuestos, rigidez horaria al comercio competente para beneficiar al hedonista, restringen la venta ambulante, castigan la economía sumergida porque ofrece mejores precios, imponen licencias que sólo garantizan monopolios, sancionan los productos extranjeros que entran en el país con mejores precios…
 
Cuando una madre compra un juguete a su hijo, el empresario no sólo está satisfaciendo a clientes, sino a personas. La buena atención del vendedor hará que más gente acuda a su tienda. El buen trabajo empresarial no sólo está contribuyendo a sus beneficios, al bienestar económico de sus trabajadores y al de los proveedores que le sirven, sino que está ayudando voluntariamente a aquellos con los que convive.
 
Si alguien está dispuesto a pagar por algo de forma voluntaria eso significa que lo está valorando mucho, sino no lo pagaría. Si un cliente encuentra un servicio injusto o que no le beneficia, se irá a otro lugar o renunciará a él. Y si realmente cree que lo que busca y no encuentra es necesario para todos, se volverá empresario. Ahorrará, invertirá y se arriesgará. La coordinación empresarial, y no estatal, es la única que nos hace prosperar.
 
El libre mercado no entiende de imposiciones morales. Crea tantos oferentes como tipos de demandantes. Tampoco entiende de razas ni sexos, todo aquel que tenga alguna necesidad —desde la más primordial hasta la más superficial— puede encontrarla en el mercado libre.
 
La solidaridad es un acto voluntario que, en un mundo puramente capitalista, desarrollamos cada día trabajando en empresas privadasparala sociedad y nocontrala sociedad como hace el estado mediante leyes, restricciones a la libertad individual o altos impuestos. La solidaridad del libre mercado nos beneficia porque nos da libertad y elección.

En Libre Mercado

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