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Jorge Vilches

Compare presidentes

Los dos primeros años de gobierno Zapatero podrán recordarse por tres cosas: la retirada de Irak, el matrimonio homosexual y la diferenciación entre nación catalana y española.

"La Historia me juzgará", decía Castro, seguramente pensando en algún tribunal internacional. No es el caso, afortunadamente, de los presidentes de la democracia española. No obstante, la recuperación de la "memoria histórica" también se puede aplicar para examinar el trabajo de los Gobiernos.

Los dos primeros años son, para cualquier Ejecutivo recién llegado, el momento para las grandes iniciativas, las históricas, y el paso de la oposición maximalista (o demagógica según el caso) al posibilismo. La ponderación entre el radicalismo y el pragmatismo se levanta sobre la confianza e ilusión que genera la alternancia en el poder. Es ese espíritu general que tolera y permite el atrevimiento y el arrepentimiento gubernamentales sin apenas coste en su popularidad.

Las valoraciones iniciales del presidente y los ministros recién llegados son siempre positivas, hasta ingenuas a la vista del descenso típico que sufren siempre en el tramo final de la legislatura. Hemos visto así, por ejemplo, unas "puntuaciones" altísimas de Zapatero, Bono, Moratinos o Fernández de la Vega, sin que hubiera dado tiempo a juzgar su labor de gobierno.

Pero transcurridos dos años, y desde la Historia, se pueden hacer algunas comparaciones que nos permitan valorar el trabajo y la eficacia del actual Gobierno. Simplemente se trata de considerar los ejes de la política que llevaron a cabo Felipe González y José María Aznar cuando llegaron por primera vez al poder; es decir, en el momento en el que ponderaron su programa electoral con el posibilismo gubernamental. Porque esta combinación, que señala la sensatez de un líder político, nos puede dar la justa medida de la actuación del gobierno Zapatero entre 2004 y 2006.

Tan sólo señalaré las dos principales políticas acometidas por cada uno de ellos. Felipe González llegó al poder con una victoria aplastante, no sólo por la ilusión que generó en el electorado, sino por la desarticulación completa del centro-derecha. En una mala situación socioeconómica y reciente aún el 23-F, aquel Ejecutivo acometió, en sus dos primeros años de gobierno, entre 1983 y 1985, un ajuste gradual de los grandes desequilibrios macroeconómicos, y la aceptación de la integración en la OTAN.

El advenimiento del PP al poder se produjo tras los quebrantos institucionales que supusieron la corrupción y los GAL, y la crisis económica, levemente recuperada poco antes de 1996. El Gobierno de José María Aznar se empeñó en el cumplimiento de las criterios de Maastricht para culminar la fase de la integración económica y monetaria, y emprendió con éxito el debilitamiento de la banda terrorista ETA.

La llegada al poder del PSOE de Zapatero no se hizo a lomos de una indiscutible ilusión popular, como en 1982, ni para paliar la crisis institucional y económica, como en 1996. La gestión de lo público debía haber sido, en consecuencia, mucho más cómoda que en las anteriores etapas presidenciales. Sin embargo, los dos primeros años de gobierno Zapatero podrán recordarse por tres cosas: la retirada de Irak, el matrimonio homosexual y la diferenciación entre nación catalana y española. La sensación, y certeza, es que el Gobierno ha creado problemas y disgustos sin necesidad. Es un bagaje negativo, que no atiende a la diferencia entre un programa de oposición y la gobernabilidad responsable. Y paso por alto el trato a las víctimas del terrorismo, o lo que pueda pasar con ETA, así como a los disfraces vicepresidenciales o a laskeli finder. Por cierto, ya puestos, yo preferiría, si es posible, unbuga finder,congasofagratis, y descapotable, "para buscar mejor", que diría el lobo del cuento.

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