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Jorge Vilches

El granero de ZP

El teniente general Mena Aguado es, en definitiva, un “grano”, en expresión de Bono, que no debía haberse mostrado. Ya, pero el “granero” lo ha construido el gobierno Zapatero. Y se está llenando

El teniente general Mena Aguado se ha equivocado, no en el diagnóstico, sino en la interpretación de su papel. La inquietud que ha motivado al militar es ampliamente compartida. El problema no es, por tanto, que pueda haber “ruido de sables” o una “resurrección del franquismo” –¡qué disparates!–. La cuestión es el fondo y la forma de la política del gobierno Zapatero.
 
Mientras Bono centraba su discurso en la soledad de Mena Aguado y en la complicidad del PP, sus socios antisistema aprovechaban para cargar contra la Constitución y sus fantasmas personales. Salió Gaspar Llamazares, al que Dios no ha llamado por el camino de la seriedad intelectual, atribuyendo al PP una operación para desestabilizar la democracia. Los escamots de Esquerra colocaron impunemente una pancarta con el lema "Ejército español: suspenso en democracia”; precisamente ellos, los que no respetaron la democracia de la II República y desprecian la actual. Y no faltaron los nacionalistas del PNV y CiU que exigieron, sí, que desapareciera de la Constitución el artículo 8º, el invocado por Mena. Incluso el peneuvista Iñigo Urkullu se ha atrevido a comparar a ETA con el Ejército español.
 
El socialismo de Zapatero nos ha inmerso en una segunda Transición que, de manera irresponsable, está resucitando problemas, posturas, incertidumbres, miedos, iras y tristezas que la mayoría aplastante de los españoles dieron por zanjados hace más de un cuarto de siglo. Es el lamentable resultado de la ausencia de un verdadero programa de gobierno, de un liderazgo que merezca tal nombre, y de un ideario reconocible, moderno y patriótico.
 
¿Es que alguien se imagina a Tony Blair, Angela Merkel o a Chirac poniendo en cuestión su Constitución, la existencia de su nación o reordenando el mapa territorial contra la opinión del partido de la oposición? El “corazón de Europa”, ese sitio al que Zapatero quería regresar, es precisamente esto, tener como modelo de estabilidad política, económica y social a los países con tradición liberal y democrática. Sí, esos Estados que –¡oh, sorpresa!– son los más desarrollados.
 
Pero no, Zapatero ha preferido el Frente Popular, volver a los horribles años 30, y exclamar “La democracia soy yo”. Este Gobierno ha creído que dejarse guiar por las minorías más extremistas, de izquierda y nacionalistas, es “más democrático”. Porque los socialistas de Zapatero han resucitado la idea de que la derecha es poco más que un invitado mudo a la democracia, que su legitimidad está viciada porque no reconocen la “verdad progresista”. Y en el fondo subyace la respuesta: los males de España provienen de que ha existido y existe la derecha. ¡Y cómo les gusta identificarla con la Iglesia y el Ejército!
 
El teniente general Mena Aguado es, en definitiva, un “grano”, en expresión de Bono, que no debía haberse mostrado. Ya, pero el “granero” lo ha construido el gobierno Zapatero. Y se está llenando.

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