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Jorge Vilches

Mentiras húngaras

Ante esto, el gobierno y sus aliados parlamentarios montan un frente para que no se debata en las Cortes nada que tenga que ver con el 11-M.

Era ya de noche cuando se escuchó: "No merecemos un gobierno que nos miente". Y se cercaron las sedes de un partido político legal y democrático en la jornada de reflexión. Los oídos amigos quisieron entender que el Ejecutivo de Aznar había mentido, "como con el Prestige, el Yak-42 y las armas de destrucción masiva en Irak". El PP ocultaba que los asesinos del 11-M habían sido unos "islamistas" porque le perjudicaba electoralmente. La "mentira", dijeron, provocó la violencia y la ilegalidad del 13 de marzo.

Fue la primera vez en la historia de nuestra democracia en la que la sede del partido del gobierno se cercaba tras conocer una "mentira". No le ocurrió a la UCD con el caso del aceite de colza, y eso que los socialistas de González lo aprovecharon –como aquello de "OTAN, de entrada no"– para movilizar a la izquierda y comerse al PCE. Tampoco le pasó al PSOE en sus trece años de gobierno, y eso que "mintieron" de forma muy dañina para la democracia. Sólo recordar a los GAL, Filesa, Timesport, Luis Roldán, la Cruz Roja, BOE, los "convolutos" del AVE, Mariano Rubio, o el hermanísimo de Alfonso Guerra. Y no le ha pasado al gobierno Zapatero, a pesar de que dijo que aceptaría lo que saliera del Parlamento de Cataluña, y no lo hizo, o que aseguró que los socialistas no se entrevistaron con Batasuna antes de marzo de 2004. Ni siquiera cuando vemos que aparecen en El Mundo documentos de la investigación del 11-M que han sido manipulados, declaraciones que no concuerdan, búlgaros itinerantes, mochilas que salen solas de paseo, furgonetas fantasma, una conexión islámica que no se acaba de demostrar, y el nombre de ETA en el aire. Y ante esto, el gobierno y sus aliados parlamentarios montan un frente para que no se debata en las Cortes nada que tenga que ver con el 11-M.

No resulta sorprendente, por ende, cómo han dado la noticia de los actos violentos en Hungría los mismos medios que justificaron el 13-M. Un presidente que ha mentido a su pueblo, "como Bush y Aznar", han dicho, hace comprensible que la gente sea violenta. Estos medios no acaban de comprender que la violencia política organizada es inadmisible en una democracia donde existen los mecanismos judiciales, electorales y parlamentarios suficientes como para resolver los conflictos de forma pacífica. ¿O es que estaría bien que se cercaran las sedes del PSOE si se descubriera que han "mentido" en la investigación del 11-M?

La violencia política organizada existe cuando quienes la llevan a cabo consideran que el poder o el Estado carece de legitimidad, no cuando un gobierno "miente". Porque las "mentiras" o los "errores" son frecuentes en cualquier democracia, pero su remedio está previsto en la ley. Es lo que diferencia a una democracia del resto de regímenes, a un pueblo con una cultura política democrática, de otro que acaba de llegar. Ya es hora de que alguno se baje del mitificado Mayo del 68 –el origen de (casi) todos los males– y aterrice.

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