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Jorge Vilches

Sin ti no soy nada

Los militantes murcianos tienen razón, sin Rubalcaba no son nada. Y aun así, no parece que el futuro electoral de su formación constituya precisamente un motivo deseable de disputa.

Y es verdad. Algunos militantes del PSOE de Murcia recibieron a Rubalcaba, que iba a inaugurar una cárcel, con ese conocido estribillo de una canción; la misma que él le dedicó al diputado popular Gil Lázaro en el Congreso. Fue una auténtica confesión: sin Rubalcaba el partido socialista está perdido.

Si es cierto que los dos candidatos posibles para cubrir la marcha de Zapatero son Carme Chacón y Pérez Rubalcaba, sólo la victoria de este último podría garantizar cierta solidez a la hora de presentarse a las elecciones. Las razones son las siguientes.

La competencia por la dirección del PSOE exige unas elecciones primarias. Esto supone un desgaste doble. Por un lado, la imagen que se da a los electores es negativa, porque en la carrera electoral interna, en un país como el nuestro que no está acostumbrado a la democracia dentro de los partidos, la lucha entre candidatos se vive como una batalla en la que no se hacen prisioneros. La "depuración" llevada a cabo por Tomás Gómez en Madrid con la gente que apoyó a Trinidad Jiménez ejemplifica perfectamente este efecto de las primarias.

Por otro lado, los derrotados en las primarias, que son víctimas de esas "depuraciones", suelen mantener la pugna, o el rencor, más allá de las propias elecciones, llevándolo incluso al periodo electoral de confrontación con el otro partido. Es decir; los "depurados" suelen desear una derrota del jefe de su partido en las urnas porque parece que esto les carga de razón, insuflándoles esperanza en que volverán al poder en su partido.

Rubalcaba sabe que cuenta con el apoyo del aparato socialista, lo cual le libra de las posibles represalias de los vencidos en las elecciones primarias. Tan sólo le puede causar daño el que haya democracia interna porque el electorado puede ver la contienda como un signo de debilidad, y porque, evidentemente, puede perder la votación. Por esta razón es lógico que exija que no haya primarias para ser el candidato del PSOE a las elecciones, y que quiera asumir a la vez el control del partido a través de la secretaría general.

Chacón, sin embargo, lo tiene peor. El desgaste de la campaña sería mayor porque Rubalcaba no podría contenerse a la hora de destrozar a su oponente. Su imagen quedaría bastante deteriorada aunque ganara las primarias. A esto hay que sumar que no cuenta con el apoyo de la dirección, que parece decantarse en su mayoría por Rubalcaba. La "depuración" sería muy complicada en caso de vencer, y su apoyo no sería sincero. Además, Chacón carece del tiempo suficiente como para cambiar a toda la cúpula y controlar la organización eficazmente. La oposición interna sería, en consecuencia, bastante dura. Ganar las elecciones generales en estas condiciones, y con el panorama que deja Zapatero, se torna harto complicado.

En conclusión: los militantes murcianos tienen razón, sin Rubalcaba no son nada. Y aun así, no parece que el futuro electoral de su formación constituya precisamente un motivo deseable de disputa.

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