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José Antonio Martínez-Abarca

Ni incompetentes tienen

El mismo cartel electoral donde dicen que va a salir Rubalcaba serviría en esos países serios, poniéndole de frente y de perfil, despeinado y ojeroso, para poner, en las comisarías, el número de identificación de sus antecedentes.

En el PSOE actual no hay nadie que dé el mínimo no ya para gobernar, sino ni siquiera para ser presentado en sociedad. Si unas madres normales se enteraran de que sus hijos están saliendo ("se hablan", que se decía antes) con esos tipos y tipas socialistas de los que se habla ahora para dirigir España, les pondrían un detective privado para saber qué andan perpetrando. Si Rubalcaba puede ser el candidato ideal, el símbolo de lo excelso de ese partido, quiere decirse que en el PSOE es peor lo que ha quedado fuera de la cárcel que lo que metimos hace unos años en la trena de Guadalajara.

Lo más presentable del PSOE o está muerto o ha sido purgado, no nunca ha existido. O es fruto de una engorrosa confusión. Ahora se trata de elegir, si es que finalmente en el PSOE dejan elegir, entre lo pésimo y lo no tan tranquilizador. Suenan, para sustituir al peor presidente de la historia de la democracia parlamentaria mundial, los nombres de una enemiga del país que pretende presidir (la ventaja es que ya no habría relativismo alguno, ni la nación española sería un concepto discutido y discutible, sino destruido y destruible), el de un campanero manchego capaz de ordenar que reescriban el Nuevo Testamento para figurar en él, y un organismo sexagenario superviviente de épocas remotas que se alimenta sólo de aire viciado, roba el aliento de la gente decente cuando ésta duerme y huye de la luz. Qué tres patas para un banco. Si es que antes de las generales no salen un par de ellas más.

Ojalá fuese verdad eso de que cualquiera puede hoy ser presidente de Gobierno. Preferiríamos a cualquiera, que siempre sería infinitamente mejor que lo que hay. Es la diferencia entre los países serios y éste: el mismo cartel electoral donde dicen que va a salir Rubalcaba serviría en esos países serios, poniéndole de frente y de perfil, despeinado y ojeroso, para poner, en las comisarías, el número de identificación de sus antecedentes. En el PSOE nada es nunca lo que dicen. Aseguraban lo de sus "cien años de honradez" pero en realidad, sin duda llevados por la impaciencia, no habían juntado dos temporadas seguidas sin caer del otro lado del Código Penal; Zapatero se presentó a las primarias de su partido diciendo que venía de parte de la London School of Economics cuando en realidad nos venía con un resentido recado del abuelo; y ahora presentarían al parecer como "candidato de la renovación" a un prejubilado que en las ruedas de prensa debe reprimir sus bostezos porque a través de ellos y al fondo se ve un sótano menos recomendable que el del "monstruo de Amstetten".  

En lo de la socialista "igualdad por abajo" se suponía que no había por qué descender al agujero de irás y no volverás. ¿Es que han cerrado las agencias andaluzas de promoción del flamenco para que de ellas no surjan ya candidatas y candidatos algo menos espeluznantes que los tres que hoy ilusionan a la masa sociológica de izquierdas? Y quien dice las agencias andaluzas de promoción del flamenco dice cualquier otro de los viveros de talentos socialistas. Como por ejemplo esas asombrosas empresas vinculadas al "chavismo" sureño donde superdotados amigos del Régimen
trabajan a pleno rendimiento y satisfacción, según los datos que figuran en Trabajo y a efectos de cobro, desde la exacta fecha de su nacimiento. ¿No van a ser capaces unos fenómenos así de conducir un país? Sería preferible que en el PSOE se conformasen con sacar a su próximo candidato a gobernarnos de entre su gente más apta: los que no han trabajado nunca mejor que los que se han dedicado a cosas inconfesables, los que no se sabe por qué están ahí antes que aquellos de los que sí se sabe, los que no tienen ningún mérito conocido frente a los que tienen una carrera detrás de la que hubiésemos querido no conocer nada. Al fin y al cabo, se trataba de que no hubiese ninguna diferencia entre la clase política y lo más vulgar de la sociedad que los elegía. Pero en el PSOE se les deben haber acabado los simplemente incompetentes, porque, para presentar lo que sea a las elecciones, ya están removiendo a ver qué encuentran en su pozo ciego.

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