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José Antonio Martínez-Abarca

Ni para paellas de un grano

Para Solbes somos unos exagerados, no hay crisis económicas en España ni hay paellas de su pueblo lo bastante caras. ¿Será por visas platino?

El celebérrimo arroz con conejo y caracoles de "El Pinós", lugar valencianohablante, provincia de Alicante, que se tiene por cuna de nuestro ministro de Economía, señor Solbes, tiene sólo un grano de altura, o sea, más o menos la altura del azulejo donde pone "hasta aquí llegó la riada de inteligencia" de Pepiño Blanco. Vamos, que te quedas con hambre. Tiene sólo un grano de altura y se acaba antes que el talante de Zapatero, pero ya te lo cobran a precio de cuatro años de Gobierno socialista, con opción a otros cuatro. Sólo se pueden permitir esa paella los de esa misma casta política que le pegó fuego a la "visa" con cargo a ese presupuesto público que no es de nadie en restaurantes que, abandonados tras la debacle del 92, todavía conservan en su aire enrarecido las psicofonías de aquel quejido electrónico de los cargos sociatas cargados a cuenta. Son los mismos de la casta de entonces. Sólo han cambiado los restaurantes.

Cuando el señor Solbes era joven el de El Pinós o Pinoso era una modesta paella roedora y gasterópoda cocinada con fuego de sarmiento de viña y con una bien ganada fama comarcal que se extendía por toda la vega baja del sur de la provincia de la "primavera eterna", como la definió Wenceslao Fernández Florez, y que rivalizaba con el arroz "con costra" de Elche o de Albatera. Pero desde antes que Ferrán Adrià calificase a la del pueblo de Solbes como la mejor paella de cucharada y paso atrás del mundo, comerse un arroz de El Pinós sólo se lo puede permitir el ministro Solbes y quizás si acaso la ex ministra Carmen Calvo, que tira de tarjeta oficial que no es de nadie y, por tanto, no le duele nada.

Para Solbes somos unos exagerados, no hay crisis económicas en España ni hay paellas de su pueblo lo bastante caras. ¿Será por visas platino? Luego acusan al fichaje de Rajoy, Pizarro, quien trata el dinero ajeno como si fuera suyo pero procurando que siga siendo ajeno (esto es lo que no les cabe en la cabeza a los socialistas), de estar alejado de la realidad económica de la gente de la calle. Pero a ver la gente de la calle lo que opina de que a Solbes nada le parezca una crisis, porque él no la siente, que cualquier despilfarro de sus compañeros de Gabinete le parezca poco gasto, que convide a tirar en "piulas" a todos los que se pasan por su despacho y que los platillos comarcales que antes se podía permitir cualquiera ya sólo estén al alcance de aquellos elegidos con los que Solbes se junta.

A ver los votantes de marzo qué piensan de que a la inmensa mayoría no les alcance el sueldo ni para pagarse un simple arroz de un grano (más o menos la altura de los conocimientos teológicos de Pepiño Blanco) en el pueblo de quien tan satisfecho está de la marcha imparable que lleva todo esto.

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