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José Antonio Martínez-Abarca

No dar lo que no es del César

Minusvalora Bermejo, con la vanidad cursi que le es característica, el poder de la Iglesia en el terreno que le es propio, la conciencia, donde puede correr a los sociatas a gorrazos cuando y como quiera.

En la facultad de Derecho me enseñaron que las leyes positivas no pueden estar por encima y en contra del derecho natural, pero debió ser en otra facultad de Derecho incompatible con aquella en la que estudió el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo.

Se conoce que lo jurídico en España va por barrios. En la facultad donde estudió Bermejo (quizás la Patricio Lumumba moscovita, tal vez la Colocolo andina, por la coca hacia la estratosfera, o la reputada academia por correspondencia Martínez, ese centro de oposiciones Adams para lo sectario que inauguró el patriarca señor Martínez, eurodiputado del PSOE) la conciencia y los derechos inalienables de la gente son apisonados por la voluntad de legislador, que también es ejecutor.

Pero sobre ese extraño Derecho que aprendió Bermejo no sabemos dónde, el ministro demuestra una gran ignorancia de los mecanismos sociales. Amenaza con aplicar las leyes, todas las leyes, incluyendo se supone que las propias de un estado de sitio o para casos de conflicto bélico, a los papás que traten de objetar en conciencia la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Minusvalora Bermejo, con la vanidad cursi que le es característica, el poder de la Iglesia en el terreno que le es propio, la conciencia, donde puede correr a los sociatas a gorrazos cuando y como quiera.

Un combate por el trofeo de la jerarquía de valores entre un Gobierno socialista y la Iglesia Católica sería siempre como un match de boxeo entre Jack Quebrantahuesos Dempsey y Tony Leblanc haciendo del tigre de Chamberí. Todas las tortas estarían rifadas y adjudicadas al mismo, y francamente no hay color. Sólo se trata de saber, a día de hoy, cuando la Iglesia española va a luchar en casa por lo que no es ni nunca puede ser del César, porque además no le queda otra, dado que es algo dirigido contra su misma esencia y la del ser humano.

Aquí estos mendrugos sobre sectarios no van a conformar a la Conferencia Episcopal con casillas de la declaración de la renta. No saben con quién se están jugando la ciudadanía.

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