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José Antonio Martínez-Abarca

Sí, Mariano puede y debe seguir

Vamos a vivir tiempos de contenedores ardiendo en los que hará falta encontrar a un señor al que no conozcamos de nada pero al que podamos pedir en plena calle que nos sostenga la herencia de la abuela mientras nos atamos los cordones de los zapatos

Mariano Rajoy es el vecino bueno y sensato de toda comunidad de vecinos normal al que si le vemos bajar la bolsa de basura podemos estar seguros de que no contiene el cuerpo despedazado de una vieja, o el cuerpo despedazado de la Constitucion Española, que viene a ser lo mismo. Dados los tiempos que corren, eso es ya muchísimo. Yo diría que esto debería bastar para cerrar aquí mismo la discusión sobre su idoneidad como candidato. ¿Podríamos decir lo mismo de Rodríguez Zapatero? ¡Pero si esa mirada nubosa es el ojo que no se cerraba durmiendo, de buitre, del tipo aquél que retrataba Edgar Poe en El corazón delator! Nadie dormiría tranquilo con él cerca, aunque por el momento sí le de para ganar las elecciones.

Se está hablando de que si la telegenia quiere a Z y a Rajoy no, de que si Z resulta convincente vendiendo mercancía averiada y Rajoy no mercadeando con la sana. Pero vamos a vivir tiempos de contenedores ardiendo por las calles en los que hará falta encontrar a un señor al que no conozcamos de nada (y ya nadie conoce realmente a nadie ni en su casa a la hora de comer) pero al que podamos pedir en plena calle que nos sostenga un momento la herencia de la abuela mientras nos atamos los cordones de los zapatos, sin temor a que aparezca en Brasil. Con lo cual quiero decir que Mariano Rajoy es el tipo que van a demandar los nuevos y tenebrosos tiempos, lo por venir.

Si la telegenia no le quiere, ya le querrá. No creo en absoluto que quisiera o quiera más a Aznar, la telegenia. Espeluzna revisar las imágenes de la época en que a Aznar le había lamido la cabeza una vaca que acababa de pacer en la gamella del quesito que ríe y en Valladolid imponía su cátedra de estética labial el asesor de imagen sandinista de Daniel Ortega. La televisión, como el carisma, acaba acatando las órdenes de la santa voluntad de un líder. O si no de la voluntad, de la precipitación de los acontecimientos que nos aguardan. El chafarrinón que han hecho de la imagen de Rajoy como estafermo de extrema derecha que al despertarse por las mañanas se rasca la barba en el lomo del perro no se puede mantener mucho tiempo, porque no mantiene ningún punto de contacto con la realidad. Y realidad vamos a tener en los próximos meses/años, y por utilizar la murciana expresión, "como para echarle de comer a los marranos". Vamos a acabar de baño de realidad hasta el corcho. Mariano, no te muevas de donde estás.

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