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José Bastida

Prestige: modelo para armarla

Con desastre ambiental o sin él, la izquierda en España sigue añorando "Prestiges".

Con desastre ambiental o sin él, la izquierda en España sigue añorando "Prestiges".

El desastre ambiental ocasionado por el petrolero Prestige vuelve a la actualidad diez años después por la apertura del juicio en La Coruña. Pero, al margen del asunto judicial, el plan de agitación y propaganda que provocó el suceso en su día merece estar destacado en los temarios de las escuelas de negocios, marketing y sociología política del planeta.

Los ingredientes del plan son los siguientes: un intelectual mediático progre, afecto a la prensa socialdemócrata y mayoritaria; gobiernos autonómico y central de derechas, presididos ambos por líderes con carácter, y en consecuencia, objetivos de combate de toda la izquierda y el nacionalismo radical (juntos y revueltos); y un desastre medioambiental con mucho chapapote. Con estos imprescindibles ingredientes se arma en todo el país un "agit prop" fenomenal: el intelectual utiliza las incontables terminales mediáticas con que cuenta y denuncia la falta de escrúpulos de la "insensible derecha" ante la magnitud de la tragedia (el medioambiente, además, siempre ha sido patrimonio de la izquierda); inmediatamente la llama de la indignación prende en todas la redacciones del país y la alarma social ya está montada; enfatizada por los sindicatos, asociaciones ecologistas y los partidos de la oposición. Todos ellos no podían tener mejor escenario para radicalizarse e intentar crear una profunda crisis en los gobiernos de Fraga y Aznar, culpándolos del desastre. Y lo ensayaron con tal demagogia y exageración que, ayudados por los medios más afines y creando plataformas como Nunca Máis, simularon la conversión de Galicia en un país sin futuro, arrasado por una catástrofe telúrica, a los ojos del resto de los españoles y del mundo entero.

La totalidad de los medios de comunicación se contagiaron de esta hipérbole; una desmesura, una histeria social, que inducía a pensar que el Finisterre gallego había sido barrido por un tsunami y la muerte y el hambre se adueñaban de la región. Paquetes de ayuda alimentaria, mantas, voluntarios, etcétera, se movilizaron en toda España. Los políticos aullaban, los intelectuales predicaban las doce plagas de la derecha y los periodistas seguían, avezados, el espectáculo del chapapote. Mientras tanto, en La Coruña, en la zona siniestrada y en toda Galicia la vida transcurría con normalidad, solo perturbada por las noticias del barco y la marea negra. Al final, el barco se hundió, se iniciaron los trabajos de recuperación de la costa, hubo dinero para indemnizar muy bien a los pescadores y ayuntamientos afectados; y Galicia superó la catástrofe ambiental del Prestige. Ahora quedan por dirimir las responsabilidades judiciales cuyo proceso se abrió el 15 de octubre.

Aznalcóllar y Guadalajara

Cuatro años antes del Prestige, en la madrugada del 25 de abril de 1998, en Aznalcóllar (Sevilla) el dique de contención de una balsa de residuos tóxicos de la multinacional minera Boliden revienta: arsénico, cadmio, mercurio y otros metales pesados van a parar al río Agrio y de ahí, a las inmediaciones del parque de Doñana. Según los informes técnicos, estamos hablando de la mayor tragedia medioambiental de España: este vertido fue hasta cien veces mayor que el del Prestige. Los efectos fueron demoledores: toneladas de peces muertos en los ríos, las tierras de cultivo quedaron infértiles durante años y el sistema medioambiental de la zona quedó muy debilitado. El escenario no podía ser más propicio para crear una agitación similar o mayor que la posterior del Prestige. Pues bien, la cobertura informativa fue de lo más habitual; y la reacción de sindicatos, ecologistas y partidos, más que discreta, es decir, fue cien veces menor que la del Prestige... Pero el escenario en este caso era bien distinto porque el poder en Andalucía estaba en manos de la izquierda. Por tanto, no hay caso para armarla: "Son de los nuestros".

Tres años después del Prestige, un pavoroso incendio en pleno mes de julio en la provincia de Guadalajara se cobra la vida de 11 (once) bomberos que intentaban extinguir el fuego. Independientemente del desastre natural, la tragedia aquí es inmensa y dolorosa porque ha habido víctimas mortales. La gestión de las labores de extinción del incendio por parte del gobierno socialista de Castilla-La Mancha tuvo severas críticas desde distintos ámbitos profesionales: las grabaciones del 112 no daban lugar a dudas. Pues bien, no se armó el gran escándalo mediático-político como con el Prestige y aquí hubo muertos en acto de servicio, pero otra vez estamos ante un gobierno de izquierdas ("de los nuestros") y entonces ya no se planifica toda la parafernalia de agitación y propaganda.

Y así vive, con desastre ambiental o sin él, la izquierda en España, añorando "prestiges".

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