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José Carlos Rodríguez

El error de Telma Ortiz

A Telma le hubiese bastado con llevar a los medios que hubiesen violado su derecho a la propia imagen a los tribunales. Que haya querido reinstaurar la censura previa demuestra que no tiene las ideas claras y que tampoco cuenta con quien se las aclare.

Telma Ortiz vuelve desde el otro punto del mundo, Filipinas, donde trabaja como cooperante en una ONG, a España. Espera un hijo desde hace cuatro meses. A ella también le esperan; son un hatajo de paparazzi que le asaltan en la puerta de su casa, en la farmacia, en el supermercado, en la peluquería, en el hospital... Como parece mantener la compostura, le insultan, a ver si un mal gesto les permite sacar esa instantánea que se gane la portada. ¿Tiene derecho a seleccionar en qué portadas puede aparecer y en cuáles no, a evitar que su vida privada sea compartida por millones de españoles?

Ha querido proteger su intimidad haciendo que la juez ordenada a más de medio centenar de medios de comunicación, alguno inexistente, que no publiquen ninguna imagen de la hermana de la Princesa, a excepción de sus comparecencias junto a los Príncipes o la Familia Real. Es decir, lo que quería Telma Ortiz Rocasolano era, ni más ni menos que la vuelta a la censura previa. Últimamente ha habido en España varios grandes intentos de censurar a los medios desde los tribunales y dos vienen de la Familia Real. ¿No falla algo en esa Casa?

La cuestión de fondo no se ha llegado a dilucidar en el fallo. ¿Tenemos un derecho a la intimidad? Si existe, ¿en qué medida se puede exigir su protección frente a la libertad de expresión? ¿Tenemos derecho a impedir que los demás hagan lo que quieran de nuestra imagen?

Se puede pensar que nuestra imagen física es también parte de nosotros y, por tanto, nos pertenece. Así, nosotros decidimos qué uso se puede hacer de ella, si se puede reproducir o no. El hecho de ser una "personalidad pública" no altera ese derecho, ya que si nos pertenece podemos disponer de él como queramos; vendiéndolo en un momento, cediéndolo a continuación y prohibiendo su uso en una ocasión distinta. ¿Acaso una mujer ha perdido el derecho sobre su sexualidad por el hecho de que se haya prostituido? Ese derecho a la imagen propia debería ser protección suficiente y, hasta cierto punto, está recogido en nuestra legislación. Por otro lado, si las calles fuesen privadas, los transeúntes sabrían qué normas tienen que respetar. Como son públicas, los límites de lo que podemos hacer no están claros.

A Telma le hubiese bastado con llevar a los medios que hubiesen violado su derecho a la propia imagen a los tribunales. Si hubiese combinado esa estrategia con unas cuantas conversaciones con los responsables de los medios se habría quedado al margen de los focos. Que haya querido reinstaurar la censura previa demuestra que no tiene las ideas claras y que tampoco cuenta con quien se las aclare.

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