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José Carlos Rodríguez

El último error de John Kerry

ha vuelto a cambiar de dirección y se centrará en la arena internacional y en Irak, desde una posición más crítica. Puede ser su último error, porque apenas le queda tiempo para más

Antes de que comenzaran las primarias demócratas, cuando John F. Kerry aún tenía que luchar contra otros nueve posibles candidatos, tuvo que despedir al jefe de su campaña porque los datos le indicaban que no estaba bien encaminada. La decisión no solo resultó claramente acertada, sino que le otorgó la imagen de un hombre con el carácter y el criterio suficiente como para dar un golpe de timón en el momento preciso. Ocho meses después, y a seis semanas de celebrarse los comicios, Kerry ha dado otro giro a su campaña, en esta ocasión en el mal sentido.
 
Tuvo que presentarse ante sus compatriotas, y lo hizo tras sus condecoraciones militares, ganadas en Vietnam, como un héroe de guerra. Pero vuelto de Asia cofundó la asociación Veteranos contra la Guerra y se destacó en la lucha contra la presencia americana en ese país, denunciando a otros militares de los crímenes más execrables. Una doble cara que le ha costado factura, ya que varios excompañeros han mostrado que lo que había detrás de sus medallas fue poco más que el agua que les mojaba en los ríos de Indochina. No le hubiera hecho tanto daño de no haber insistido tanto en su pasado de hace 30 años. Ha descuidado que los estadounidenses desean saber es qué haría como primer presidente elegido tras los atentados del 11 de septiembre. Con las encuestas mostrando un tímido favoritismo por el republicano en el poder, decidió apostar por hacer hincapié especialmente en la economía, con una pronta pero efímera recompensa en las encuestas. Ahora ha vuelto a cambiar de dirección y se centrará en la arena internacional y en Irak, desde una posición más crítica. Puede ser su último error, porque apenas le queda tiempo para más.
 
Por un motivo nunca bien explicado, el voto femenino se decanta por los demócratas y el masculino por los republicanos. En esta ocasión las mujeres están repartiendo su voto de forma más pareja, por dos motivos. Bush es el candidato fuerte en seguridad interior hay mujeres que anteponen la seguridad de los suyos sobre otras consideraciones. A ello hay que sumar que las dos guerras llevadas a cabo por iniciativa de George W. Bush, aparte de cualquier otra consideración que se pueda añadir, han liberado a millones de mujeres de una ominosa servidumbre en Agnanistán e Iraq, a lo que el voto femenino no es insensible. Insistir en un ámbito en el que el electorado ve con mejores ojos a su rival solo le puede restar posibilidades.
 
Sin embargo el 48% de los votantes cree que Kerry sería un mejor presidente para el empleo, frente al 32% que prefiere a Bush, que habrá sido el primer Presidente desde la Gran Depresión en cerrar una Presidencia con menos empleos que cuando se inauguró, en caso de abandonar el poder el próximo enero. La opinión americana está dividida en la importancia de Iraq y el terrorismo frente a la economía y la sanidad, pero los que se preocupan especialmente por estos temas apuestan claramente por John Kerry. Llevar el debate a la guerra, incluso teniendo en cuenta la creciente sensación de pérdida de control de la situación, solo puede favorecer al actual Presidente.

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