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José Carlos Rodríguez

La realidad

Se van José Luis Rodríguez Zapatero y su cuadrilla colmados de sueldos a pares, indemnizaciones que multiplican varias veces el sueldo medio, y el futuro bien cubierto con consejos de administración, fundaciones y mandangas varias.

Se van José Luis Rodríguez Zapatero y su cuadrilla colmados de sueldos a pares, indemnizaciones que multiplican varias veces el sueldo medio, y el futuro bien cubierto con consejos de administración, fundaciones y mandangas varias. Han debido de hacer mucho mal si les permitimos irse en esas condiciones sin un escándalo mayúsculo.

Bien es cierto que les hemos permitido hacer cosas peores. Pero ¿cómo tendremos que entender estos siete larguísimos años de zapaterismo? Llegaron con un desprecio desenvuelto, casi altanero, a la historia de España, a la democracia a la que nos aferramos desde hace tres décadas, a la economía, a la sociedad misma, que pensaban cambiar de arriba abajo.

Querían cambiar de arriba abajo la sociedad. El ejemplo más conspicuo es el proyecto de una "ley de igualdad de trato y no discriminación", un texto perfectamente totalitario, que quería regular las relaciones privadas, incluso las más íntimas. Han proscrito el consumo de tabaco, han querido hacer lo mismo con el vino o las hamburguesas, han introducido una asignatura de propaganda progre en los colegios... Todo porque no les gusta lo que son ni lo que hacen los españoles.

Intentaron una destransición, colgar la democracia de la II República, y desmentir así a la historia, que muestra que venimos de la aceptación por parte del franquismo de la realidad de España. Al fin y al cabo, durante el franquismo "no había españoles", como dijo Zapatero en una ocasión. La II República fue un intento, fallido, de echar aguarrás sobre la sociedad y la historia españolas, y Zapatero recuperó ese proyecto. Así como despreciaron la sociedad, las instituciones y la historia de España, hicieron lo mismo con la economía. Ni la entendieron ni la reformaron.

Finalmente ha sido la realidad la que se ha vengado de tanto desprecio. Los sectores más conservadores se han rebelado en la calle, la economía se ha vuelto contra sus planes y, finalmente, la sociedad española les ha dado la espalda. La elección de Mariano Rajoy es la asunción, por parte de los españoles, de que no podemos permitirnos mirar a la realidad de soslayo, ni que se siga haciendo desde el Gobierno. 

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