Es difícil describir cuál es la situación de los medios de comunicación sin echarse a temblar. Ya tiemblan las redacciones, con despidos masivos y cierres de medios. Aquí no hay canal que se salve, ni la televisión ni los periódicos de papel ni las revistas ni las radios... Sólo Internet mantiene cierto vigor, y la situación tampoco parece demasiado boyante.
Son los efectos de la crisis económica. Los medios los pagan los anunciantes, y éstos prefieren guardarse el dinero a gastárselo en alcanzar a unos consumidores endeudados y bajo la amenaza del paro. Pero creo que coincide con una crisis de modelo, del propio modelo publicitario que está evolucionando a toda prisa.
Sea cual fuere la razón, lo cierto es que muchos medios están sobreviviendo a base de esfuerzos heroicos. Otros, gracias al favor de los políticos. El campeón de los campeones en este terreno es, sin duda, el Grupo Prisa. A éste le ha ocurrido que, apoyado desde el poder con González y con Aznar, se ha lanzado a un proyecto empresarial demasiado grande que ha acabado ahogándolo. Curiosamente, con Roures ha ocurrido lo mismo, aunque en un tiempo récord. Público, por ejemplo, no sobrevivirá a un cambio de Gobierno.
En este contexto, El País ha hecho un reportaje mirando a La Moncloa, es decir, poniendo su vista en que Mariano Rajoy ocupará el Gobierno tras las próximas elecciones. Ha relegado al periodista que escribe habitualmente del PP, y que es resueltamente crítico, y le ha dedicado cinco páginas más la portada para convencer a sus lectores de que Rajoy es una opción asumible e incluso conveniente como valladar contra la "derecha madrileña extrema". Vayan ustedes al diccionario del buen socialdemócrata para traducir esa expresión al español. Pero mientras apoya a Rubalcaba, se entrega asímismo a Rajoy por lo que vendrá tras las elecciones.
Todo lo cual deja claro varias cosas que ya sabíamos. Que Prisa depende del poder. Que en la medida en que dependan de favores políticos, los medios pierden independencia. Y que la rentabilidad es importante para combinar subsistencia, calidad e independencia. Y deja ver una situación nueva y muy preocupante: que el próximo presidente del Gobierno puede tener un poder sobre los medios de comunicación desconocido en lo que llevamos de democracia.