Si Obama llegó a la Casa Blanca al grito de "podemos", Rajoy quiere abrir las puertas de la Moncloa con un "queremos". El gallego corre el peligro de quedarse, efectivamente, en un quiero y no puedo.
Finalmente, ha ocurrido. Mariano ha sido el último español en cansarse de Rajoy, de su discurso monotemático y desgastado. De asociar su imagen a la crisis, sin querer sonar demasiado crítico él mismo, para lograr que quienes jamás le votarán al menos le perdonen ser como es y pensar como piensa. O quizá no, quizás este relojero ("experto en medir los tiempos", le llaman) esté dando el cambio definitivo, el que le asentará como líder y nos librará de la era zapateril, con toda su intolerable cursilería.
En 2004, se disfrazó de Sarkozy antes de presentarse a las elecciones, pero se le veía su piel de cordero bajo las orejas de lobo. Ahora, ante el éxito arrollador de Barack Obama, Rajoy se presentará como un nuevo Obama. Enero nos traerá la epifanía de un nuevo Rajoy a lo Baltasar. Ahora bien, si el negro llegó a la Casa Blanca al grito de "podemos", Rajoy quiere abrir las puertas de la Moncloa con un "queremos". El gallego corre el peligro de quedarse, efectivamente, en un quiero y no puedo.
Porque a Nicolas Sarkozy y Barack Obama, a las victorias ante sus electores, les une una idea, sencilla pero efectiva, que es lo que les ha llevado al poder, y es la del cambio. En Francia, el hartazgo de la vieja política que encumbró a Eduard Balladur es el mismo que ha llevado al Elíseo a Sarkozy, mientras que John McCain no espera su entrada en el Despacho Oval sólo porque fue menos convincente que Obama en la promesa de cambiar la política de su país.
Los cambios a que apunta la información se refieren todos a las formas, como el mantra ese de escuchar al pueblo para recoger sus anhelos, y aparecer aún más dialogante. Pero las formas no van a convencer a los españoles de que él es el cambio frente a Zapatero. Ha insistido en que él gestionaría las cuentas de esta España a la deriva mejor que el PSOE, pero con eso no basta. Mariano Rajoy puede obamear todo lo que quiera, pero un cambio verdadero sólo puede llegar desde principios firmes y clara y directamente opuestos a los de Zapatero. Es decir, que el verdadero Rajoy, el que declaró su "independencia" tras las elecciones, el del consenso permanente, el de la transigencia con la destransición, tendrá que reinvertarse a sí mismo, más allá de guiños a éxitos electorales foráneos, y postularse como una verdadera alternativa al proyecto político de Zapatero. Si no lo hace, Obama no le será de ninguna ayuda.
